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Sampaoli, un incierto clavo ardiendo para el Sevilla

Jorge Sampaoli y Monchi, en junio de 2016, cuando aterrizó el argentino en Sevilla.

Jorge Sampaoli y Monchi, en junio de 2016, cuando aterrizó el argentino en Sevilla. / Miguel Chazarri / Efe

Morir de éxito. Esta expresión propia de la teoría económica desde que Joseph Schumpeter, al que tan bien reinterpretó Julio Anguita (q.s.g.h.), previera el fin del capitalismo por su éxito se puede extrapolar a la situación del Sevilla. ¿Cómo es concebible que después de tres clasificaciones para la Champions de forma consecutiva, por primera vez en su historia por la vía de la Liga, y un título que abrió el ciclo de Julen Lopetegui éste se encuentre en el filo del abismo sin que el Sevilla se atreva a darle el empujón por un arranque propio de otros tiempos de miseria?

Tal es el laberinto de un entuerto que tiene muchos padres y del que no es el único culpable el técnico guipuzcoano, aunque ya desde la temporada pasada se veía venir la deriva del equipo. Ahora, uno de los entrenadores más heterodoxos que han pasado por Nervión, Jorge Sampaoli, se aparece como un esquivo clavo ardiendo al que trata de agarrarse la cúpula ejecutiva, dividida desde que comenzó la temporada sobre la mejor solución. 

Que un entrenador que está en las antípodas del perfil del actual técnico del Sevilla –el orden y el control exacerbado de Lopetegui frente a las riendas sueltas y la metodología casi espiritual de Sampaoli– sea una alternativa ilustra ya sobre el tremendo embrollo en el que anda el Sevilla. Según aseguraba ayer la agencia Efe, desde inicios de la semana pasada está habiendo contactos entre Monchi y Sampaoli. ¿Sólo al inicio de la segunda semana del parón hubo contactos con el técnico de Casilda? Muchos cuestionan que ya es tarde, otros recuerdan que Sampaoli se descentró, en plan Papu Gómez, cuando sintió la llamada de Argentina y se dejó ir en la última fase de la temporada 16-17, cuando ya su niño mimado Nasri había dado señales de displicencia y de ser un verso libre en un vestuario que no entendía cómo el futbolista que se autoexpulsó en Leicester seguía siendo titular.

Pero precisamente por ser un entrenador de corte motivador y muy alejado de los manuales más ortodoxos del fútbol hodierno se aparece como ese clavo ardiendo al que podría agarrarse el Sevilla para levantar a un equipo con graves carencias estructurales, demasiados veteranos para los puestos de creación y mucho novel en la retaguardia.

Sin relevo de Fernando, y tres casi juveniles en la zaga –retratados en los goles del Atlético José Ángel y Nianzou, al margen de los yerros más desapercibidos de Kike Salas– la evidencia es que la actual plantilla del Sevilla, además de ser la que presenta alineaciones más veteranas de la Liga, tiene carencias estructurales graves. Y esto ya es un inconveniente en la búsqueda de un relevo de Lopetegui. Según Onda Cero, Rafa Benítez ya le dijo no al Sevilla igual que antes lo había hecho Marcelino, otro de los presuntamentes tocados por Monchi... En la Cope Sevilla en cambio matizaron que no fue un no lo del técnico madrileño, sino una petición inasumible de un contrato de tres temporadas.

La realidad es que el Sevilla, decimoséptimo y a un punto del descenso, ha encajado en siete partidos de Liga 13 goles, más de un tercio de los 30 que encajó la pasada campaña. Además, sólo lleva un triunfo, tres empates y cinco derrotas en sus nueve partidos oficiales. Se trata, en lo concerniente a la Liga, del peor inicio del Sevilla desde la 1996-97, cuando llevaba una victoria, dos empates y cinco derrotas, y aquella temporada terminó con Camacho destituido cuando ya era tarde y el equipo en Segunda División.

Pero, de momento, no hay destitución de Lopetegui, que ayer entrenó al equipo sin arropamiento institucional. Según ha podido saber este periódico, es falso que cueste más barato su despido en puestos de descensos. La inacción viene más bien por su difícil relevo y algún dato oculto que no desvela el hermético comité ejecutivo, que no puede dar ninguna pista de su búsqueda mientras medita destituir a Lopetegui.

Quizá dependa del sí de Sampaoli. O quizá no. Morir de éxito se presenta como una realidad inesperada y a José María del Nido ya ni le hace falta vituperar a José Castro: la grada del Sánchez-Pizjuán es un volcán y este miércoles hay cita grande de Champions. Vaya laberinto.

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