Sevilla FC

Champions: objetivos y mensajes

  • Caparrós, no Castro, fijó la meta de la Champions con claridad aún con Machín en el banquillo y ahora se le vuelve en contra

  • Las victorias de Getafe y Valencia alejan aún más el cuarto puesto

Caparrós, en el acto Fieles de Nervión, cuando fue el último en hablar con un emotivo discurso.

Caparrós, en el acto Fieles de Nervión, cuando fue el último en hablar con un emotivo discurso. / Víctor Rodríguez

Hace muchos años que el Sevilla ha estructurado el club en profesionalizados departamentos en los que el de comunicación tiene un importante peso. Incluso José Castro se ha sometido a los criterios de los ejecutivos responsables de comunicación a la hora de elaborar, unificar y consensuar los mensajes. Pero la irrupción de Joaquín Caparrós, en cierta medida, supuso cierto desorden a la hora de realizar ese consenso.

El racial técnico utrerano, que siempre se ha caracterizado por saber tocar la fibra del aficionado, le dio un aire de determinación, a veces rayano en el populismo, a la hora de fijar los objetivos y la palabra Champions sólo tomó fuerza en el discurso institucional del club cuando salió de su boca. Ahora se aleja el objetivo y se le vuelve en contra esa claridad con la que, en el peor momento de Pablo Machín y también cuando tomó su testigo en el banquillo, fijó claramente la meta en la Champions

Que el Sevilla luche por disputar la Liga de Campeones es algo natural y hasta necesario en un club que ha mantenido un crecimiento sostenido como demuestra que en los últimos 16 años se ha clasificado para disputar competición continental 15 veces, si bien una fue de forma indirecta, terminando noveno en 2013 y metiéndose en la Liga Europa por el fair play financiero.

De esas 15 clasificaciones incluyendo la actual, seis fueron para la Champions: vía Liga en 2007, 2009, 2010 y 2017, y vía título de la UEFA Europa League en 2015 y 2016, si bien el cuarto puesto de 2010 quedó frustrado por la eliminación en la previa de manos del Sporting de Braga. Pero los mensajes emitidos han sido diferentes.

José Castro, por ejemplo, cada vez que ha sido preguntado si el objetivo era jugar la Champions desde el verano pasado siempre matizó que la obligación era jugar en Europa y llegar lo más lejos posible en todas las competiciones, con el sueño o la ilusión de jugar el máximo torneo continental. "Volveremos a apostar fuerte en lo económico para confeccionar una plantilla de alto nivel que esté preparada para pelear en todas las competiciones que disputemos", dijo el presidente en la revista Football Club en junio, al ser cuestionado por los objetivos deportivos.

Pablo Machín fue permeable a ese discurso institucional que evitaba consagrar la palabra Champions. "Lo tengo muy claro. Mi objetivo será ganar desde el primer partido al último. Eso no se va a dar, pero si se ganan partidos consecutivos es más fácil alcanzar los objetivos", dijo el soriano en su presentación oficial.

Fue Joaquín Caparrós el que, de forma clara y contundente, usó esa palabra que otros habían evitado o matizado. Tras la derrota en Huesca y con Pablo Machín en un mal momento tras haber sumado 6 puntos de los últimos 30, a principios de marzo, dijo en SFC Radio el utrerano. "Quedan muchos puntos, seguimos en UEFA y el objetivo es la Champions. El club va creciendo, ese crecimiento tiene que seguir y para eso hay que estar en la Liga de Campeones". En respuesta a su exigencia al soriano, redundó en esa idea cuando se hizo con el banquillo tras destituirlo. "Mi objetivo es la Champions, está muy claro", dijo valiente.

Pero la Champions se aleja casi definitivamente tras la derrota ante el Leganés y las victorias de Getafe y Valencia. El Sevilla es sexto y ahora aquel mensaje se vuelve contra el propio Caparrós. Su discurso siempre ha ido más por libre y esa determinación ha contrastado con la evidencia de que el proyecto de esta temporada 18-19 estaba condicionado por factores como su estreno como director deportivo, labor para la que ha reconocido antes y después de hacerse con el cargo que no servía, y el primer gran reto de casi un neófito en Primera División, Pablo Machín.

El sevillismo prefiere oír eso de que el objetivo es la Champions. Pero jugar la Liga de Campeones requiere proyectos asentados, bien estructurados, con miras a medio o largo plazo. Y no parece que ninguna de estas circunstancias hayan concurrido. El Sevilla, sí, tiene el quinto presupuesto, sólo un poco menor que el del Valencia y con margen sobre Athletic o Villarreal, y la quinta plantilla que más cobra. Pero desde el principio dio avisos de que no estaba bien cimentada. Ni era la más adecuada para Machín ni Caparrós ha sido capaz de sacarle el máximo rendimiento, por mucho que se le haya llenado la boca con la palabra Champions.     

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