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El Sevilla regala al sevillismo una primavera penitencial

Nyland se lamenta ante la reventona grada del Sánchez-Pizjuán en el Sevilla-Celta.

Nyland se lamenta ante la reventona grada del Sánchez-Pizjuán en el Sevilla-Celta. / Juan Carlos Muñoz

El Sevilla está empeñando en amargar las fiestas primaverales a los suyos. De entrada, el Sábado Santo puede atorar a sus seguidores en la hora del almuerzo con su visita al Getafe. Al menos, el parón de selecciones dará un respiro a los sevillistas después del disgusto gordísimo del Domingo de Pasión, cuando se tiró al callejón él solito después de adelantarse contra un rival directo al que dio toda la vida del mundo en el debut de un entrenador que se estrenaba en Primera División. Podrán disfrutar de los tambores y las cornetas, aquellos que se sientan atraídos por la Semana Santa, olvidando la cruda rutina de la Liga. Pero tras el Viernes Santo, llega de nuevo la hora de sufrir.

El panorama se afea aún más tras el nuevo episodio bélico de la guerra accionarial. En la Junta Extraordinaria del Sevilla, víspera del día de San José, José María del Nido Benavente se enfrentó por primera vez con José María del Nido Carrasco siendo este presidente del club de Nervión. En la jornada de ayer, tuvo aún feos y ardientes rescoldos esa lucha paterno-filial. Mientras Antonio Lappi le daba una réplica durísima al ex presidente con el que fue consejero en los albores del siglo XXI, el propio Del Nido Benavente aireaba las vergüenzas del club en el programa de Risto Mejide. Más carnaza para los acreedores del Sevilla.

Muchos sevillistas se preguntan ya cómo terminará esta durísima penitencia, la deportiva y la institucional. Qué solución tendrá la guerra accionarial y el bochorno de ver al club de los once títulos en el siglo XXI expuesto y retratado incluso en programas televisivos que andan con hábil funambulismo entre el entretenimiento informativo y el vodevil amarillista. Y eso después de los memes que circularon por las redes sociales con motivo del día del padre con montajes con las imágenes del progenitor y su primogénito. Carnaval en plena Cuaresma.

Otros se preguntan qué ha pasado para que todo haya llegado a este punto en lo deportivo. Y cómo es posible que el mismo equipo que salió del pozo precisamente cuando se le empinó de forma pavorosa el calendario, venciendo en Vallecas, al Atlético de Madrid y a la Real Sociedad, se haya metido él solito en el lío cuando ha afrontado partidos más asequibles, y ante rivales de la zona baja: concediendo el empate en Almería y regalándole el triunfo a un Celta con más hambre en un Ramón Sánchez-Pizjuán con casi 37.000 sevillistas a la hora de comer.

Es tiempo de ayuno y abstinencia en Nervión. Pero no sólo los dos viernes de vigilia que quedan, el de Dolores y el Viernes Santo, sino hasta después del Domingo de Resurrección y cuando se anuncie la Feria en el calendario festivo de la ciudad. El Sevilla y el sevillismo están obligados ya a mirar los nueve partidos que quedan para que finalice la Liga con los calores de mayo. Dos partidos a domicilio después del parón, los dos a la hora de comer en días con nombre propio: la visita al Getafe el Sábado Santo y la de Las Palmas el domingo de Feria, en la resaca de la prueba del alumbrao. Y ya después de Feria, el Sevilla-Mallorca el extinto lunes de resaca a las nueve de la noche en Nervión.

El Sánchez-Pizjuán debe ser el salvavidas de este Sevilla a la deriva y zarandeado en la tormenta. Y todo cuando parecía llegar a aguas remansadas. Es la cruz para un sevillismo que pasó del gozo liberador ante la Real Sociedad, con una fiesta que parecía anunciar el fin del sufrimiento, a retomar la penitencia justo cuando esperaba recibir feliz la primavera. La redención definitiva requerirá aún mucho sacrificio. No le queda otra.

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