Almeyda, ante la cruda realidad de la plantilla del Sevilla

El argentino antepuso su premisa de que quiere subir a su barco a todos sus jugadores a la realidad de que en la actual nómina hay considerables diferencias técnicas y físicas

Nianzou sufre una lesión leve en el bíceps femoral derecho

Matías Almeyda se apremia a devolver el balón al campo en el Sevilla-Villarreal. / AFP7 / Europa Press

La derrota del Sevilla frente al Villarreal puede anotarse como la primera gran decepción de Matías Almeyda desde su llegada a Nervión. El técnico argentino le dio absoluta prioridad a su premisa de la colectivización del rendimiento del equipo, de su respuesta como suma de individualidades y voluntades. Pero en la plantilla actual del Sevilla hay voluntades que se quedan en grotescos y frustrantes intentos vanos. Y ésa es la realidad que le estalló en su cara la noche del martes.

Cierto es que se unieron varias contingencias que podrían ser más o menos esperadas. ¿Nadie advirtió a Almeyda del riesgo que es dejar sin cambios un equipo con tanto tiempo por delante estando Nianzou en el campo? ¿Nadie se percató de que, después de mucho tiempo sin competir, Januzaj no tiene suficiente fuelle? Los percances físicos de ambos fueron dos jarros de agua fría para su plan. Pero es que éste ya partía con un lastre importante, y no sólo por la diferente cualificación de sus jugadores.

En la abrupta rotación después de la triunfal y esperanzadora batalla de Mendizorroza había demasiados futbolistas que salían de lesión o de estar sin competir. Además de los dos mencionados, dos jugadores que en verano no contaban -uno por ser un descarte y el otro por estar lesionado-, había dos más que salían de lesiones musculares: Ejuke y Akor Adams. El partido de los nigerianos dejó la duda de si Almeyda será capaz de sacarles rendimiento cuando hayan cobrado más ritmo competitivo. Su imagen ante el Villarreal fue lastimosa, desde luego.

“Este entrenador mide cada metro que hacen los jugadores, si lo hacen con intensidad, si está para recuperarse rápido... Muchos de ellos no estaban. Uno pregunta... Si no sería caprichoso y trato de no serlo”, arguyó el argentino cuando se le pidieron explicaciones sobre la introducción de ocho jugadores de campo de golpe.

Almeyda sacó las uñas cuando se le sugirió que arriesgó demasiado en realizar tan radical cambio. Sacó su premisa de que todos forman parte del Sevilla y entre todos hay que sacar adelante la empresa de la reconstrucción. “Noto muy parejos los futbolistas que tenemos”, dijo. Pero la realidad es que hay distancias considerables entre unos y otros, sin afán de señalar, que cada cual tendrá sus filias y sus fobias.

“Había gente que se había quedado sin piernas. Los cambios estaban programados con otros tiempos y cuando pasaron se hicieron. Y por ahí sí es un error, puede ser un error. Si salía bien me iban a felicitar y si no...”, dijo asumiendo a regañadientes su error.

El once elegido obligaba a realizar cambios por calidad o estado físico. Pero hasta el más joven y fresco como Juanlu tuvo que ser relevado e Isaac se quedó sin salir mientras que Akor Adams terminó el partido. No cambiar al descanso sin usar una ventana fue un error castigado con las lesiones de Januzaj y Nianzou. Es la realidad a la que tendrá que enfrentarse, más aún contra un equipo de Champions. Y lo esperable es que haya aprendido del error. Porque en este Sevilla no hay más cera que la que arde, por mucho que siga insistiendo en que todos cuentan porque todos son “parejos”. No es así y cuanto antes lo asuma, mejor.

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