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Así cambian los vecinos de los barrios de Sevilla

Un club fantasma, un equipo tocado y un entrenador cada vez más solo

El Sevilla de Almeyda, obligado a no asomarse al desfiladero del Francisco de la Hera mientras el Comité de Disciplina impone tres partidos de cierre parcial al Sánchez-Pizjuán y dos de sanción a Isaac; Nadie defiende a la entidad ni sale a dar la cara

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Varios jugadores durante un receso en un entrenamiento reciente del Sevilla. / José Ángel García

Literalmente, el sevillista que desconoce lo que se cuece entre bambalinas sentía ayer un miedo aterrador. Comprobar cómo los comités se ceban con una entidad descabezada y a la deriva más ahora que no hay ninguna cara visible; ver cómo el entrenador, el único que sale al ruedo, se defiende solo de lo que ya es un absoluto despropósito; imaginar a los accionistas deseando huir con el dinero... El Sevilla más pobre de este siglo y sin duda de los peores de la historia transita por un desfiladero sin que de verdad se sea muy consciente de los peligros.

Casi a la par que Matías Almeyda comparecía en una sala de prensa en la que ya le quema el asiento, el Comité de Disciplina dictaba con dureza su resolución tras lo ocurrido en el derbi. Tres partidos de cierre parcial del Sánchez-Pizjuán y 45.000 euros de multa por el lanzamiento de objetos y dos encuentros de sanción a Isaac Romero por emplearse de manera violenta con un contrario sin estar en disputa del balón.

La previa

Un breve comunicado anunciando un recurso era la única respuesta de un club totalmente fantasma en el que presidente y director deportivo simplemente ven las flechas caer mientras permanecen escondidos, se supone que buscando ya un posible sustituto que tener preparado en el caso que haya que prescindir de Almeyda deprisa y corriendo.

El Sevilla ahora mismo es una cocina aparentemente en calma con un escape de gas que no se ve pero que puede explotar en cualquier momento y lo peor que puede pasar es que el entrenador pierda los nervios y empiece a desconfiar de todos.

La Copa llega se supone que como bálsamo, pero cuidado porque precisamente es la que puede activar la explosión. La visita al Francisco de la Hera ante un rival de Segunda RFEF no debe ser un obstáculo para un equipo que además va a contar con el apoyo de 4.000 sevillistas.

Presidente y director deportivo no salen del búnker y las dudas ya alcanzan al técnico

La derrota en el derbi ha dejado muy tocado al equipo y a partir de ahora puede pasar cualquier cosa. Con el bonito recuerdo de José Antonio Reyes la noche en Almendralejo debería parecerse más que nada a una fiesta, pero ojo con este formato de Copa. El Getafe lo pasó realmente mal en Navalcarnero remontando en la prórroga, pero yendo gran parte del partido 2-0 en contra. El vestuario del Sevilla no puede decirse que sea mentalmente muy fuerte y las bajas empiezan de nuevo a acumularse y desnudan más si cabe las carencias de una plantilla construida con el presupuesto más bajo de la categoría. Y es que nada es casualidad...

Con tres puntos sumados de dieciocho posibles y con el Betis habiendo pasado por encima en el derbi, muchos miran a Mestalla con cierto pánico porque los puestos de descenso pueden acercarse, pero el profesional del fútbol no entiende de duelos en el horizonte cuando tiene uno en la orilla que le moja los pies.

La teoría dice que la diferencia de categorías entre LaLiga EA Sports y la Segunda RFEF debe ser suficiente para evitar sustos, pero con este Sevilla puede pasar de todo y una hecatombe en la noche extremeña podría empezar a precipitar una cascada de acontecimientos para la que no está preparada la entidad. Al menos, no lo parece y no se sabe si hay alguien al volante.

A menos de dos semanas de una Junta de Accionistas en la que no se sabe qué es lo que va a pasar, el peor escenario posible sería que el entrenador viera fantasmas Almeyda ha sido –y es– el único rostro visible de esta institución. Con su mensaje de coherencia y franqueza se ganó el respeto del sevillismo, aunque sin resultados eso no basta. Si se cansa o tira la toalla será entonces el caos.

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