Isaac y un ecosistema en el que no se encuentra

El modelo de García Pimienta no beneficia al lebrijano, que trabaja igual o más que antes sin obtener la mitad del lucimiento que tuvo con Quique Sánchez Flores

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Isaac Romero se lamenta de una ocasión fallada en un partido esta temporada. / Europa Press

Sus declaraciones, con ese deje de la frontera entre Sevilla y Cádiz, denotan resignación. Isaac Romero es todo corazón. En todo lo que hace. Incluso cuando toca hablar delante de los micrófonos. Lo pone todo, se entrega, trabaja, empuja, corre y mira a su alrededor en busca de su compañero más cercano. Echa de menos a En-Nesyri, se le encienden los ojos cuando atisba que Lukébakio aparece por su zona y vuelve a frustrarse cuando no ve por dónde atacar.

Pero no es sólo su soledad en el frente de ataque. No es tan simple como jugar con un delantero o con dos. El modelo de García Pimienta no favorece a los delanteros. Bebió el barcelonés del mejor que pasó últimamente por el Camp Nou, un entrenador que acabó peleado (no un simple cabreo, sino encontrado de verdad) con todos los nueve que tuvo: con Eto’o, con Ibrahimovic... Todos le sobraban teniendo a Messi. Pero García Pimienta no puede compararse con Guardiola ni el Sevilla es ni por asomo una cuarta parte de lo que es el Barcelona.

El ecosistema que el catalán ha creado en el Sevilla no beneficia a Isaac, quien, de ser el hombre que con su entrega y sus goles salvaba al equipo del descenso en media temporada con el beneplácito de Quique Sánchez Flores, ve cómo le pasan los partidos y casi ni aparece. Al lebrijano ni siquiera se le ve presionar con el ímpetu con que tanto llamó la atención cuando irrumpió en Primera ahora hace poco más de un año. “Tiene todo lo que un entrenador quiere de un delantero”, decía Simeone cuando lo sufrió en sus carnes en su última visita al Sánchez-Pizjuán, donde el Atlético cayó con un gol marca de la casa de Isaac (1-0). Remate con hambre, fe e intuición.

Otro lamento del lebrijano. / Europa Press

Ahora no es que no presione, sino que ese trabajo no luce como cuando lo hacía en el bloque de Sánchez Flores, que ordenaba un paso adelante más a todo el equipo en el inicio defensivo en campo rival, también más agresivo con la presión de otro jugador muy dinámico, elástico y trabajador como En-Nesyri.

Todo influye. Con balón, el modelo también ha cambiado hacia una posición muy opuesta. De Isaac destacaron los analistas que aplaudieron su irrupción en el fútbol profesional su gran capacidad para el desmarque, su inteligencia para jugar al espacio y ese fútbol rápido y vertical que contribuyó a construir y que era letal al contraataque cuando el Sevilla giró al esquema de tres centrales, el refuerzo por dentro con cinco centrocampistas y la intimidación constante arriba que hacía posible tener dos delanteros. Ahora con García Pimienta los ataques pretenden ser –no es que lo sean– más elaborados, anulando el factor sorpresa pero sin que aparezca el elemento diferenciador. Ese fútbol ofensivo de posición que propugna necesita de algo que el entrenador barcelonés no ha logrado instaurar, los automatismos necesarios, y también quizá una pieza en el engranaje que la plantilla no tiene, un organizador ofensivo de calidad que filtre pases y fabrique ocasiones de gol.

El modelo se basa en buscar a Lukébakio y pare usted de contar. Ahora con Vargas busca más el juego por dentro y la aparición de Pedrosa por fuera, pero nadie irrumpe por los pasillos interiores.

Otro aspecto que ha influido ha sido la falta de competencia. Isaac se desespera y en sus gestos –como el que acompaña a esta información– se puede apreciar. Akor Adams es una incógnita. Nada se sabe de si sus condiciones serían adaptables a jugar con él y que el equipo lo pudiera sostener en cuanto a equilibrio defensivo. De momento, los escasos minutos que el nigeriano jugó en Getafe obligaron al lebrijano a dar un paso atrás y jugar de segundo punta, alineado con los extremos casi. Las cifras lo dicen todo. 22 partidos, 3 goles, 2 asistencias. Y eso que hace todo lo posible –y más– por encontrarse.

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