La moneda del VAR cayó esta vez para el Sevilla, ¿pero hay proporcionalidad?
La implantación del libre indirecto en penaltis como los de Nianzou o Moi Gómez sería plausible para ajustar las faltas accidentales al castigo: la pena máxima debe ser para faltas que impidan gol
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En estas mismas páginas se analizó de forma profunda las dos acciones de VAR que perjudicaron al Sevilla en los dos partidos precedentes: la presuntamente antinatural mano de Cardoso en Anoeta y la presuntamente temeraria patada de Nianzou en el Metropolitano. Es de rigor analizar el penalti que por medio de nuevo del VAR se pitó a favor del Sevilla contra Osasuna. La moneda cayó de su lado esta vez.
Lo azaroso es natural al fútbol pero no debería serlo en su arbitrio. Y el VAR nuestro de cada día es una moneda al aire más que otra cosa. Así no hay forma de que impere el principio de proporcionalidad que prima en lo jurídico desde el siglo XIX, cuando las revoluciones burguesas. ¿O la diosa Fortuna atiende más a la proporcionalidad que su puro capricho, tan veleidoso?
Observando al detalle la acción en la que Moi Gómez, con el infalible frame de la imagen congelada a la mano, golpea a Juanlu en su pantorrilla hay que pitar penalti. ¿O no? Ortiz Arias no lo vio en directo porque es una de esas jugadas inocuas y fortuitas propias de este deporte de contacto. Una de esas acciones que desde el Comité Técnico de Árbitros dijeron este verano que no iba a revisar el VAR. Que el VAR sólo para los negros y blancos y no para los grises o jugadas inanes o insustanciales. Tururú.
Es indudable que Juanlu llega antes al balón. Pero la acción no conducía a una jugada potencial de peligro hacia el gol. La pelota cayó muerta en el área y fue despejada por la zaga rojilla. Y se acabó. Hasta que Pizarro Gómez llamó a Ortiz Arias ante las reiteradas protestas de los sevillistas. Como para no protestar después de lo del Metropolitano y lo de Anoeta. ¡Queremos nuestra ración de VAR! Tomen ustedes proporcionalidad...
Lo proporcional sería que la norma se ajustara bien para que la falta y el castigo fueran proporcionales. He ahí el principio de proporcionalidad. Y el penalti es una pena máxima. Es decir, absoluta. Y no es proporcional para acciones fortuitas e inanes como esos toques accidentales descritos. Ahí entraría de forma plausible por juego peligroso o temerario la figura olvidada del libre indirecto: tan justo... y tan emocionante. Sería un plus para el fútbol espectáculo además. Javier Tebas seguro que lo agradecería...
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