El test de la felicidad

El Sevilla de Almeyda se pone delante de un sevillismo escéptico ante la descripción de Cordón y Del Nido Carrasco de los objetivos de la temporada; El argentino, ante el reto de sumar dos victorias seguidas 17 meses después

Almeyda, encantado con la humildad y las ganas de los veteranos: "Es lo que amo"

Azpilicueta y Alexis Sánchez, en un entrenamiento esta semana.
Azpilicueta y Alexis Sánchez, en un entrenamiento esta semana. / Juan Carlos Vázquez

Cuando la afición no sabe a qué atenerse... malo. No se sabe si es cinismo, falta de respeto o, como se dice por aquí abajo, puro cachondeo. El Sevilla de Antonio Cordón y Matías Almeyda que Del Nido Carrasco y sus chupaasientos se han quitado de las manos para no quemarse más tiene la segunda prueba de felicidad. La primera ya pasó y pasó amarga con la derrota ante el Getafe. Esa desfachatez para no afrontar la pregunta de los objetivos deportivos de la entidad puede –o se está volviendo ya– en contra de los dirigentes del Sevilla.

Mal hizo Cordón con soltar aquello de la alegría y la felicidad. Le preguntaron por el objetivo deportivo de la entidad, nada del otro mundo al comienzo de una temporada y cuando un equipo directivo ha manejado un presupuesto, una masa salarial y un margen del que no salirse. Si no saben delimitar una horquilla de objetivos deportivos –ojo, deportivos–, nefastos gestores serán. Lo de ser feliz es otro parámetro distinto. Pero el eufemismo siempre fue un excelente maquillaje de la realidad.

La previa
La previa

Con todo, esta plantilla y este entrenador pueden dar la sorpresa en una Liga que cada año se devalúa en su globalidad. Tomen el ejemplo del equipo que visita Nervión esta misma noche, el Elche, un recién ascendido que aún no ha perdido y que ha jugado ya contra Atlético de Madrid y Betis, dos de los únicos seis o siete a los que se les puede exigir por presupuesto estar arriba.

Pero ahí está la diferencia. Mientras el Sevilla retrasaba el entrenamiento hasta dos veces para que pudiera llegar a tiempo un internacional por Chile, Gabriel Suazo, la precariedad del sevillismo hace que la situación se viva como cuando Suker llegó en avión privado para salvar al equipo ante el Salamanca.

El estado de Suazo tras dos partidos con Chile y un viaje agotador es la gran incógnita y la gran duda para Almeyda

En Suazo, que ha jugado un solo partido con la camiseta del Sevilla, y esa espera casi agónica se resumen todos los esfuerzos de un club irreconocible con lo que fue. Un club que le ha regalado a su afición sólo una victoria en todo lo que va de 2025, un 1-0 de aquella manera ante Las Palmas que algunos celebraron en el césped como el mejor de los títulos que cogen polvo en el museo. Un club que no sabe lo que es ganar dos partidos seguidos desde hace 17 meses. Honor que puede caerle a un Matías Almeyda cuya desnudez en el mensaje cala cada vez más en una afición huérfana de que le hablen con claridad y mirándola a los ojos.

Todo lo anterior es el meollo de la cuestión. Lo accesorio es si Alexis Sánchez o Azpilicueta están para algunos minutitos con que dar pie a la literatura y poder amortiguar algo el ruido de los cánticos pidiendo la dimisión del consejo, una reacción que no es fruto de la frustración por la temporada pasada ni es pitar al equipo. No, no confundan...

stats