Telerrealidad real
Felipe VI y su hermana Cristina coincidieron en 1996 en la parrilla de TVE en sendas series documentales.
Hace exactamente treinta años el ahora rey Felipe VI interpretaba en el instituto la obra de teatro Calígula, de Albert Camus, en el papel de Helicón, el consejero del emperador desquiciado. Un papel lucido para el Príncipe de Asturias que siempre tuvo curiosidad por el mundo audiovisual, el espectáculo y los medios. Es decir, al final no fue casualidad que se enamorara de la chica del Telediario 2. De la guapa conductora del Informe Semanal, informadora oficial del cambio de la peseta al euro, y que tras una travesía por el desierto de las madrugadas del Pirulí terminó presentando el noticiario nocturno junto al antipático jefe de aquellos Servicios Informativos, Alfredo Urdaci, que le ponía de los nervios.
Don Felipe salió bien airoso de la experiencia teatral y le caló la vocación del escenario y de la pantalla (y se ha esforzado en ser un convincente orador). De su experiencia televisiva, casi un decenio antes de conocer a la reina de su vida, doña Letizia, sacó el provecho de muchos conocimientos del tratamiento de la imagen (heredó de sus padres la pasión por la fotografía) y la vivencia de pasar penalidades campestres, dormir al raso y convivir con uno más en el equipo de un programa de TVE. La España salvaje (vaya nombrecito, por cierto, para estos tiempos) fue el nombre de aquella serie documental de la Fundación Entorno dirigida por Borja Cardelús, quien llegaba a ser secretario de Estado de Medio Ambiente cuando su principesca producción se estrenó en las tardes dominicales de 1996. El 1 de noviembre de aquel año (7 años exactos antes de que se anunciara el compromiso con Letizia Ortiz Rocasolano y apareciera en su último Telediario) se estrenaba en la entonces Primera Cadena este recorrido por los parajes naturales españoles con el futuro Felipe VI como anfitrión. Llegarían comentarios sobre la pose y la dicción del Príncipe, pero nadie vino a cuestionar su interés profesional y voluntad divulgativa en esta serie de diez episodios que le llevó varios meses de grabaciones. "Era uno más del equipo", subraya Cardelús al cabo de los años. RTVE no regateó con esta serie convertida en medio para divulgar la imagen de un aún bisoño heredero. Cada media hora de La España salvaje costó 50 millones de pesetas del 96, 300.000 euros de ahora y unos 400.000 euros al poder adquisitivo actual: como si fuera un episodio de hora y media de Cuéntame. Una serie de TVE cofinanciada con la mencionada fundación y que, nunca mejor dicho, parecía tirar con pólvora del rey. Otros tiempos.
Don Felipe, tan interesado en el teatro y la televisión, tuvo una aventajada compañera audiovisual en su misma familia. La infanta Cristina fue el primer miembro de la familia de don Juan Carlos en dirigirse a los espectadores desde un programa. La hija menor del Rey fue la presentadora de una serie sobre... patrimonio. TVE encargó Patrimonio Cultural de la Humanidad para dar a conocer los monumentos protegidos por la Unesco. Veinte olvidados capítulos en los que doña Cristina se prodigaba en alabanzas hacia los edificios históricos y la labor de sus antepasados. Aquello se grabó hace veinte años, en la primavera del 94, pero la serie no estrenó hasta dos años después, en 1996, el mismo año de La España salvaje y poco antes de que la infanta conociera en los Juegos de Atlanta al jugador de balonmano Iñaki Urdangarín.
Doña Letizia por entonces seguía su formación en México. Fue fichada por Prisa para iniciar las emisiones de CNN + en 1998: ese desaparecido canal era el brazo armado audiovisual de la línea editorial de El País, que vivía tiempos de tensión contra el Gobierno de Aznar. En el verano del 2000 la joven asturiana pasaría a suplir en las vacaciones al editor y presentador de Informe Semanal, Baltasar Magro. Urdaci escogió su currículum vía recomendación paterna. Letizia Ortiz pasó a los Telediarios matinales. Lo demás es, efectivamente, historia.
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