Tarde de toros en la Maestranza

Balcón de sol

Las imágenes del primer festejo de San Miguel / Juan Carlos Muñoz

26 de septiembre 2025 - 23:51

Los aficionados llenaban los aledaños de la plaza en una calurosa tarde de otoño sevillano. La fiesta tiene buena salud. Toda la feria se televisa por Canal Sur. Desde luego, en vísperas de la renovación del contrato de gestión, la empresa Pagés pega un aldabonazo en la mesa. Al inicio de la corrida se guarda un minuto de silencio por el fallecimiento de la hija de nuestro querido Tristán, gran aficionada y que tantas tardes dirigió la banda junto a su padre. En el minuto de silencio, ese silencio que solo se entiende en la Maestranza, encomiendo mis oraciones por su alma y también las elevo, como seguro también hicieron muchos aficionados, por la de todos aquellos inocentes masacrados indiscriminadamente en el genocidio gazatí.

Poco pudo hacer Aguado con el lote que le toco en suerte aparte de desgranarnos, con cuentagotas, detalles de la torería que atesora. Un quite por chicuelinas, unas elegantes verónicas... En Pablo todo es elegante, armónico y natural. Quizás por eso, adolece de la profundidad y hondura que da bajar la mano.

Más hondura y el mismo temple tiene el toreo de Juan Ortega. Ayer le tocó en suerte el mejor toro de la corrida. Ortega, sobre todo con la derecha, dio un repertorio del toreo de muleta. Desde los pases improvisados en el tercio con el estoque y la montera en la mano, a las series, lentas y hondas, rematadas con un profundo pase rodilla en tierra, un trincherazo o un molinete. Toda la faena, sobre todo con la derecha, fue un monumento al toreo. Decayó con la izquierda, donde el toro no se entregó tanto y el matador no acabó de acoplarse. Pero quede para los anales su labor.

David de Miranda cortó una oreja a su primer toro, un toro sin clase alguna que embestía por encima del palillo, a base de valor, quietud y pundonor. El quinto fue el otro toro que, si bien con un cabeceo molesto, resulto noble en la muleta. No le cogió nunca el aire en una faena llena de altibajos.

En el sexto toro se despidió el varilarguero Salvador Núñez. Extraordinario picador, hombre de campo, de toro, caballo y marisma. Se ha ganado junto a su familia un merecido descanso. La plaza puesta en pie le ofreció una merecida ovación brindándole su matador, como es tradición, la muerte de ese su último toro.

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