Una pintura de naturaleza innata

La artista Ángela Mena abrió este miércoles las puertas de su casa para mostrar la evolución de su obra

Ángela Mena durante el montaje de la exposición, ayer.
Ana Fernández

06 de noviembre 2014 - 01:00

Aunque tiene 29 años, Ángela Mena porta en su ADN desde hace más de un siglo el amor por el arte. El don de la pintura le viene de casta, ya que su familia es propietaria del centenario comercio de la calle Cuna Cuadros Venecia. Allí trabajaron sus bisabuelos, y, con 13 años, su madre y su tía supieron remontar el negocio donde, cuenta la joven creadora, "nos hemos criado yo y mis hermanos, viendo arte y respirando de él". Tantos galeristas y obras han pasado ante sus ojos que, reconoce, tiene interiorizada la técnica del dibujo. Basta con asomarse a su obra para comprobar que no falta a la verdad. Ayer, abrió las puertas de su casa en la calle Rosario para exhibir sus últimas creaciones y otras hechas a lo largo de una década de trabajo donde la evolución se plasma en forma de talento.

Formada en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla y especializada en pintura, la joven no ha dejado de crecer y, en estos momentos, última sus estudios de diseño. En su proceso de aprendizaje, viajó a Berlín, Londres y Florencia, donde se curtió en escultura. Estas ciudades también vieron su obra expuesta. Regresó, "porque la luz y lo que me transmite Sevilla no lo encuentro en otra parte, aunque ya pienso en salir para conocer otras realidades y seguir aprendiendo", y participó en diferentes exposiciones colectivas en la Galería Mecánica y en Espacio Sótano 2 de la Facultad de Bellas Artes. Ayer, celebró, sólo por unas horas, la primera muestra individual de su carrera.

Una treintena de obras decoraron las paredes de su hogar, donde vive con su familia y tiene su estudio. Una casa que dejó de serlo para convertirse en galería, tras una intensa jornada de montaje en la que estuvo apoyada por familiares y amigos, con el fin de acercar su estilo vanguardista a todos.

En la entrada, la abstracción recibió a los asistentes, una pintura de gran formato llena de colores y energía en su trazo que no deja impasible. En el caso de Mena, la abstracción llegó antes que lo figurativo. "Quería descubrir la emoción de la pintura, lo que me transmitía el concepto más puro de ella", explica la artista que evolucionó hacia lo geométrico y finalmente hacia lo figurativo sin perder la identidad más conceptual de su obra. También sorprendieron algunas de sus esculturas de hueso pintado así como un retrato, disciplina poco común en la autora.

En esta evolución lineal en el tiempo, su creación ha mantenido el interés por el color y la composición, así como el tema tratado por excelencia, la naturaleza. "Cuando tengo una idea en la cabeza que quiero plasmar, casi siempre, está relacionada con el paisaje, con la vegetación", detalla la pintora que emplea la técnica del óleo.

Afirma que es la obra la que le pide el camino a tomar, la que le lleva, según avanza, a crear en un sentido o en otro. "Parto de una emoción que va desarrollándose durante todo el proceso. A medida que mi pintura ha evolucionado, he ido adquiriendo los conocimientos para ser intuitiva o ser más pausada en la ejecución cuando lo requiere; todo depende de lo que me transmita. Para mí es importante escuchar a la obra".

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