La ventana
Luis Carlos Peris
La Ruta de los Belenes
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El Real Alcázar de Sevilla vuelve a vestirse de historia para rememorar uno de los acontecimientos más trascendentales del siglo XVI: la boda de Carlos I de España y V de Alemania e Isabel de Portugal, celebrada en el propio palacio el 11 de marzo de 1526.
Cinco siglos después, el monumento propone a sus visitantes un viaje en el tiempo a través de las nuevas visitas guiadas temáticas "La Boda del Emperador", una iniciativa gratuita dirigida exclusivamente a nacidos o residentes en Sevilla capital, que busca acercar el patrimonio histórico a quienes lo tienen más cerca.
Organizadas por el Patronato del Real Alcázar de Sevilla, estas rutas recorren los palacios, jardines y capillas que sirvieron de escenario para aquel enlace que selló la unión política entre las dos grandes potencias de la época: España y Portugal.
Las visitas temáticas de La Boda del Emperadorse celebran todos los jueves, viernes y sábados a las 18:00 horas, con grupos reducidos de 25 personas y acceso por el Patio de Banderas.
Durante una hora, los asistentes pueden recorrer los espacios donde tuvo lugar la ceremonia y los festejos nupciales: desde los salones palaciegos hasta el Cenador de Carlos V, en los jardines del Alcázar, que conserva aún la atmósfera de aquella celebración imperial.
Las reservas son gratuitas y se realizan exclusivamente a través de la página web oficial alcazarsevilla.org. Para participar, es necesario presentar DNI o certificado de empadronamiento en Sevilla y llegar al punto de encuentro con al menos quince minutos de antelación.
Además de esta propuesta, el Alcázar ofrece otras visitas gratuitas destinadas a sevillanos, como las rutas por las cubiertas del Palacio Gótico, la cripta del Patio de Banderas y los recorridos por los Palacios y Jardines, estos últimos disponibles los miércoles, viernes y domingos a las 11:00 horas.
El enlace entre Carlos V e Isabel de Portugal no fue solo un acto de amor, sino una alianza estratégica que reforzaba los lazos entre las coronas ibéricas. Tras firmarse las capitulaciones en 1525, la princesa portuguesa emprendió un viaje lleno de simbolismo. Entró en Sevilla el 3 de marzo de 1526, por la Puerta de la Macarena, montada en una hacanea blanca y bajo un dosel bordado con las armas imperiales.
Una semana más tarde, el emperador llegó acompañado de embajadores, cardenales y grandes de España. La ceremonia, de carácter íntimo, tuvo lugar en una de las capillas del palacio, probablemente en el actual Salón del Techo de Carlos V, y fue oficiada por el cardenal Salviati, legado papal.
El matrimonio entre Carlos e Isabel consolidó un periodo de estabilidad política y dio lugar a una descendencia clave para el devenir del continente. La emperatriz, además de compañera leal, ejerció como regente durante las ausencias del monarca, demostrando inteligencia y temple político.
La efeméride de su boda, que ahora cumple quinientos años, es el eje de esta programación cultural que busca no solo enseñar el monumento, sino revivir la emoción y la trascendencia de aquel capítulo de la historia sevillana.
Con estas iniciativas, el Real Alcázar de Sevilla consolida su papel como un espacio cultural en permanente diálogo con su historia. A medio camino entre museo, escenario y símbolo, el palacio invita a redescubrir su legado con una mirada contemporánea.
Porque, como recuerdan desde la organización, el Alcázar no solo se visita: se vive, se siente y se comparte.
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