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Así cambian los vecinos de los barrios de Sevilla

4 de diciembre: una tapa sin fogones protagoniza la nueva ventana del Calendario de tapas sevillanas

Un bar con tres décadas de historia demuestra que, desde 1994, la sencillez también puede ser icónica

3 de diciembre: nuestro calendario de tapas redescubre un clásico en adobo que Sevilla reconoce con solo olerlo

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El día 4 del Calendario de tapas sevillanas nos muestra una elaboración sin cocina y con una muy buena materia prima / Carolina Rojas

La cuarta jornada del Calendario de Adviento gastronómico nos lleva hasta Bodega Soto, en el entorno de la Macarena, un local que abrió sus puertas en 1994 y que desde entonces ha mantenido una propuesta tan sencilla como efectiva. Su dueño, Manuel, lo explica sin rodeos: aquí no hay cocina, no hay fogones y no hay cartas extensas. Lo que sí hay es una tapa que ha terminado por convertirse en el verdadero reclamo de la casa: las papas aliñás, una elaboración tradicional que el bar prepara con la misma naturalidad desde hace casi tres décadas.

Manuel recuerda que la bodega nació como complemento de otro negocio familiar situado en la cercana Plaza de Pumarejo. La idea inicial era dividir esfuerzos: un bar más clásico por un lado, y este segundo local orientado al vino, la cerveza y un picoteo de platos fríos. Con los años, Bodega Soto dejó atrás la etapa de cafetería y desayunos, sobre todo cuando desapareció el consultorio médico que tenía justo al lado y que generaba buena parte del movimiento matinal. "A mí lo de levantarme temprano, con el café, regular", bromea Manuel.

Esa tapa es, sin discusión, las papas aliñás. Y aunque muchos clientes les atribuyen un misterio especial, Manuel insiste en que no lo hay. Según él, el supuesto secreto se resume en tres ideas claras: buena papa, buen aceite y buena melva. No utilizan marcas baratas ni atajos, y esto, dice, el cliente lo nota. La papa se cuece "como toda la vida", en perolas grandes y a fuego directo, nunca en vitrocerámicas. Cocer grandes cantidades mantiene la textura, y ese punto de cocción preciso es lo que sostiene la tapa.

Manuel no entra en competiciones, pero sí admite que las cantidades que manejan dan una idea del nivel de demanda. La tapa, además, encaja muy bien con el concepto del bar: no requiere cocina, permite un servicio ágil y combina con vinos, cervezas y chacinas, que son los otros pilares de la casa.

Porque, efectivamente, Bodega Soto no depende solo de esta elaboración. Al no tener cocina, trabajan con chacinas, conservas y montaditos que se preparan en el momento. Es un bar pensado para el tapeo rápido, para la gente que pasa camino del centro, para quienes viven o trabajan en la zona y también para quienes visitan la Basílica de la Macarena, otro de los focos de movimiento que nutren al local. La mezcla de clientela es amplia, entre vecinos de toda la vida, jóvenes, turistas que llegan recomendados hasta curiosos que han escuchado hablar de las papas.

A veces basta con tres ingredientes buenos, una cocción cuidada y un bar que lleva treinta años sabiendo exactamente lo que quiere ofrecer. Y Bodega Soto es un ejemplo claro de ello.

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