Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
En nuestras miserias manda Javier Tebas
Un iPod, un Hummer y una Play-Station no son precisamente lo que se espera de un futbolista de la hermética y estalinista Corea del Norte, pero ése es parte del bagaje de Jong Tae-Se, la principal esperanza de los asiáticos ante Brasil.
Junto con An Yong Hak, de 21 años y centrocampista del Omiya Ardija de Japón, y Hong Yong Jo, delantero de 28 años del Rostov ruso, Jong es el único integrante de la selección norcoreana que juega en una liga extranjera. Todos los demás disputan la Liga norcoreana en equipos como el Pyongyang City, el Amrokgang o el 25 de abril. Jong, a sus 26 años, quiere dar un salto inusual para un norcoreano: jugar en el fútbol inglés, la referencia para cualquier futbolista asiático.
Extraño, pero posible, porque Jong no es un futbolista norcoreano al uso. De hecho, una de las permanentes dificultades a lo largo de su vida ha sido la de definir cuál es su país a los occidentales. "¡Yo no soy surcoreano!", señaló Jong, meses atrás, ante una revista deportiva.
El 9 de 1,81 metros de altura, que cuenta con su propio blog, en el que aparece sin camiseta, protagonizó anuncios comerciales de televisión conduciendo un glamuroso Hummer plateado y le gusta vestirse como el ya desaparecido Tupac Shakur. En sus viajes lleva laptop, iPod y a veces una Nintendo y una PlayStation portátil. En ese sentido, Jong está tan cerca de la vida en Corea del Norte como la Luna de la Tierra. Tiene lógica, porque nunca vivió allí, lo que hace que muchos lo acusen de no ser "suficientemente norcoreano".
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