Viaje al reino de Al-Nahyan

El Manchester City es el lujo en forma de club. Lujo asiático sensu estricto. En el City of Manchester Stadium sobra el dinero a espuertas desde que desembarcaron en el club pobre de la muy industrial y futbolera ciudad inglesa las petrolibras de Mansour bin Zayed Al-Nahyan, un jeque de Emiratos Árabes, de 44 años, miembro del Consejo Supremo del Petróleo, casi nada, que un buen día, allá por 2008, le dio por invertir en la Premier League y eligió el celeste de los citizens. Siete años después, ha convertido en calderilla los dólares americanos del United. Alá contra los diablos rojos y el imperialismo yanqui. Un solo dato ilustra sobre este reino de la opulencia en que este jeque árabe ha convertido el Etihad Stadium que mañana visita el Sevilla: pagó 7,2 millones de euros por el joven Patrick Roberts al Fulham del paquistaní Shahid Khan y no lo pudo inscribir en la Champions por excedente de cupo.

Así es el poderío del City, que puede tirar el mismo dinero que el Sevilla tuvo que emplear en sacar de la Premier a N'Zonzi, una de las apuestas más fuertes del club nervionense este verano, por una promesa que sólo juega a ratos en la Premier y ni siquiera puede hacerlo en Europa, al no ser canterano y tener el City el cupo máximo de jugadores libres ya cubierto. Tal es el potencial del equipo de Manuel Pellegrini, en el que ni Jesús Navas, indiscutible en la banda derecha durante casi un decenio en el Sevilla, no tiene el puesto garantizado. De hecho, apenas ha jugado 25 minutos en las dos jornadas de Champions.

El carismático jugador palaciego, muy añorado por Nervión, aún no sabe si jugará mañana ante su ex equipo. Sí lo hizo el sábado frente al Bournemouth, conformando la línea de media punta junto a De Bruyne (que llegó del Wolfsburgo por 75 millones de euros) y Sterling (68 millones de euros para el Liverpool), con la referencia arriba de Bony, por el que Al-Nahyan ordenó desembolsar en enero para ficharlo del Swansea 32 millones de euros, tres menos que todo lo que se ha gastado en traspasos el Sevilla este verano.

Pellegrini tiene con quién cubrir las bajas de Silva y Agüero, puesto que ante el Sevilla podría ingresar en el equipo otro internacional de calidad supercontrastada como Nasri (le costó a Al-Nahyan 27,5 millones robárselo al Arsenal hace cuatro veranos). Jesús Navas, en vista de estos números, es el más barato de los jugadores de ataque de todo el City, que pagó por él 20 millones en julio de 2013, semanas antes de pagar más de 25 por Negredo, en plena vorágine consumista del club inglés, que lleva desembolsados unos 1.000 millones de euros en los últimos años, en ese afán del jeque de convertir a los celestes en la referencia principal de Inglaterra para el resto del mundo.

Este verano, sin contar el desembolso en invierno por Bony, los traspasos ya superaron los 210 millones de euros... Por ello, Pellegrini no tiene muchos problemas para solventar las bajas de Silva y Agüero, a las que se suma la de Kolarov. Los tres sufren el virus FIFA y el chileno ha explotado contra el abuso del calendario internacional. Aun así, sus suplentes , Sterling y Bony, se lucieron el sábado ante el Bournemouth (5-1), con espectacular hat-trick del ex del Liverpool y doblete del ex del Swansea. Su ataque, temible aun sin Silva ni Agüero, se cimenta sobre la sólida pareja de medios que forman Toure Yaya y Fernandinho, con otro portento físico-técnico como Fernando de alternativa.

Pero la defensa no se queda atrás. Otamendi, por 45 millones de euros, reforzó una línea que ya contaba con Zabaleta, Sagna, Kompany, Mangala, Demichelis, Kolarov, Clichy... Con estos dos últimos, los laterales izquierdos, lesionados, Pellegrini tirará de nuevo del veterano Sagna, a pesar de que es lateral derecho. El técnico citizen podría sacar a Hart; Zabaleta, Kompany u Otamendi, Mangala o Demichelis, Sagna; Fernandinho, Yaya Toure; Jesús Navas o Nasri, De Bruyne, Sterling; y Bony. Un soberbio equipo hecho a base de talonario ante el que el Sevilla opondrá su mejor once posible, tras la recuperación de efectivos. La diferencia económica es brutal, pero también lo era, en menor medida, entre Eibar y Sevilla. Y la competividad no se mide en libras.