La extraña noche en la que el Barça se hundió

El Camp Nou fue, durante casi cuatro años, la felicidad hecha fútbol, pero nada es para siempre y la historia marcará el 24 de abril de 2012 como la fecha en que el Barcelona perdió la alegría, la extraña noche en que se hundió.

Porque el fútbol a veces es muy extraño, y esta vez todo se conjuró contra el conjunto azulgrana. No le alcanzó jugar en casa o que Terry se autoexpulsara. No le alcanzó disponer al inicio del segundo tiempo un penalti que Messi lo estrelló en el travesaño. Como hace dos temporadas ante el Inter de José Mourinho, el Barcelona tropezó con las semifinales en su propio campo. Y si Mourinho lleva el Real Madrid a la final de la Champions la tragedia blaugrana será completa, suceda lo que suceda el 25 de mayo en la final de la Copa del Rey ante el Athletic de Bilbao.

Que Terry, hombre tan duro como experimentado, recibiera su primera roja en 86 partidos por la Liga de Campeones fue sólo una de las extrañas situaciones en la fresca noche del Camp Nou. No sólo fue llamativa la errática noche de Messi, que ya en la primera pelota que tocó se la entregó a un rival. Y no fue la única, aunque también generara grandes pases y asistencias.

Sucedió, por ejemplo que Víctor Valdés golpeó accidentalmente a Piqué. Al rato entró Daniel. ¿Cómo entender que el Barcelona se hundiera en su mejor momento? Dispuso de ocho minutos ideales: gol de Busquets en el 35, expulsión de Terry en el 37 y 2-0 de Iniesta en el 43. Pero en vez de controlar el partido y llegar al vestuario en clara ventaja, le regaló al rival una desatención defensiva como la que el sábado le costó el clásico ante el Real Madrid encajando un nuevo gol en esta eliminatoria en la prolongación. Era el segundo, pero no sería el último.

Messi, tras el final del choque, deambuló en soledad por el césped, turbado, incapaz de digerir lo que acababa de pasar tras errar un penalti decisivo mientras su afición cantaba "ser del Barça, es lo mejor que hay". No en una noche como la de ayer.