La Feria de Sevilla de la A a la Z
Hay palabras de siempre que alcanzan un significado diferente cuando traspasan la Portada y enfilan por la calle Antonio Bienvenida o Gitanillo de Triana
No son palabras que solo se usen en la Feria, pero aquí tienen otro significado y su guasa. Las hay que solo se escuchan sobre el albero para dormir en el subconsciente hasta que se vuelvan a manchar los zapatos de albero. Palabras que en muchas ocasiones sirven para arrancarse a cantar sevillanas. Una de ellas es farolillo. Enseguida la mente se va a tararear "un cielo de farolillos que va alumbrando la calle".
Avíos
Tiene la fuerza y el sabor de las palabras de las abuelas. Indistintamente eran los avíos del puchero o todo lo necesario para que el traje de flamenca que de tantas temporadas ha conseguido la categoría de vintage parezca nuevo con unos zarcillos (otro tesoro léxico), un buen mantón o una flor bien plantá.
Buñoleras
Una vez superada la temible prueba del traje y comprobado que la cremallera llega correctamente hasta su sitio, hay que compensar tantos sacrificios. Un paseo por la plaza de las buñoleras no sólo es el momento más dulce de la jornada, sino que es el escenario perfecto para dejarse inundar por el colorido y, si hay suerte, por el cante mientras que el cuerpo se entona con un chocolate caliente y la masa frita.
Cacharritos
Ni calesitas ni atracciones, los niños sevillanos saben que en la calle del Infierno hay cacharritos, tómbolas y un circo. Que en una zona donde todas las calles tienen nombre de toreros y la de los feriantes sea la del Infierno no es casaulidad, se entiende desde el primer momento en el que se pòne el pie en ella. La música es tan fuerte que se pueden sentir las vibraciones desde el suelo hasta la barriga, y pone al límite la adrenalina y la paciencia de padres y madres. Un lugar del que es difícil salir porque los niños, siempre quieren una vuelta más en los autos de choque o en el ratón vacilón o una papeleta más de la tómbola. Y los menos niños llevan al límite su capacidad de marearse por las vueltas de algunas de las atracciones o gritar en las caídas libres de otras de ellas. Eso sí. Es una de la calles donde la edad media es más joven de toda la Feria.
Despiste
Ahora que tiktokers e instagramer se afanan en hacer reels sobre cómo conseguir el peinado ideal para la Feria o cómo ponerse el mantoncillo, sería mucho más útil uno que explicara las diferentes formas de despistarse en la Feria. La más habitual suele ser decir que se va a dar una vuelta un rato (que nunca termina) y no volver. Esta es polisémica. También se puede atribuir a la cantidad de veces que se dejan los abanicos encima de las mesas o las barras de las trastiendas de las casetas.
Entrada
La parte más difícil de una caseta. Una vez que pasas por ella, parece que se borra porque la trastienda o una mesa en la zona noble crean un magnetismo casi irrompible. La mayoría de las casetas son privadas, pero existen también de entrada libre como las de los distritos de la ciudad, la de UGT, USO, CC. OO., la del Área de Fiestas Mayores, la Marimorena, La Pecera o El Garbanzo Negro.
Farolillo
Da igual en qué Feria leas esto. Los farolillos siempre se mojan. Para algunos es señal de buena suerte, pero lo cierto es que los farolillos rotos y mojados deslucen mucho. En cualquier caso una feria sin estos globos de papel parece menos feria.
Guasa
El real se presta a la guasa sana e incluso a la guasa sevillana, esa que hila fino y que te dice lo que piensa camuflado con una sonrisa. Para muestra, una de las sevillanas que más se cantan en las casetas. "Baila muy tieso, el moreno que baila, baila muy tieso porque tiene paperas en el pescuezo, baila de lao, chiquilla baila de lao porque tiene paperas en el costao". También hay quien aprovecha para lanzar mensjes con su mijita de guasa: "Mi novio es un cobarde que no se atreve a decirme a la cara que no me quiere y yo me atrevo a decirle a la suya que no lo quiero". Y eso, mientras se bailan.
Hora
De primero de Feria es saber que una vez que los zapatos tocan el albero la hora es una entelequia. Si has quedado a las dos para comer es muy probable que a las tres aún no hayas llegado ni a cruzar el puente y, si ya estás en real, te hayas parado a saludar a una amiga del jardín de infancia que no veías desde que os cambiábais los cromos de Candy Candy pero que está en plena exaltación de la amistad.
Imperdible
Esta es la plalabra más inexplicable que existe en toda la Feria. Su función es mantener unido el mantoncillo y que no se mueva, pero tiene la capacidad de perderse, romperse y que el mantón perfectamente colocado frente al espejo de casa, termine en el camino de vuelta atado por un nudo de la manera más digna posible. Es cierto que la frecuencia de pérdida va disminuyendo conforme se van cumpliendo años. Conclusión: quien le puso ese nombre no lo hizo pensando en que también se utilizarían en los minimantones de las niñas.
Jarra
Su acumulación en las mesas mide la cantidad de rebujito que el grupo ocupante ha ingerido mientras esperaba que llegaran los montaditos o las tortillas. Porque como ha quedado reflejado antes, en la Feria no hay hora ni eje espacio temporal.
Kilos
Uno de los medidores del paso de las personas por el real son los kilos de basura recogida cada día. El año pasado Lipasam recogió un total de 1.914.660 kg de residuos. En cuanto a la recogida selectiva fueron 590.960 kilos de envases de vidrio, 69.973 de aceite vegetal usado y 44.570 de cajas de cartón.
Lunares
Los trajes de gitana o flamenca (no de faralaes) pueden ser de un solo color, estampados o de lunares, nunca de topos o a topos. Hay diferentes tipos y tamaños. Hubo un tiempo en que se llevaron irregulares e incluso difuminados. Segúnel Instituto Nacional del Flamenco, los gitanos cosían pequeños espejos redondos (lunares por ser lunas pequeñas) en sus vestidos para protegerse del mal de ojo. Unas pequeñas lunas que también aparecen en sevillanas como las del Pali: "En la Pila del Pato se he conocío, y conté los lunares de tu vestío, Noventa y tantos entre verdes y azules, noventa y tantos, entre verdes y azules, granas y blancos".
Mantón
Aquí hay una variante importantisima para dar una nueva vida al traje de años anteriores: el mantoncillo. El mantón por antonomasia es el de Manila y si los flecos son de Cantillana y el bordado de Villamanrique de la Condesa, es un tesoro y una auténtica joya. Ese sería el santo grial de los mantones, pero hay otras opciones en el mercado. No son solo para la Feria, lucen como complemento ideal en actos sociales y siempre dan un toque de elegancia y distinción. Su hijo pequeño, el mantoncillo, también llamado pico por la forma en que se coloca, ha renacido en los últimos años como un complemento importante para dar vida a los colores del traje, creando contrastes y permitiendo jugar con él para combinar las flores y los zarcillos o pendientes. Para sujetarlo y que se mantenga en su sitio, están los imperdibles o broches, aunque hay quien apuesta por los lazos, que vienen pisando fuerte esta temporada. Hay verdaderas maestras (la mayoría son mujeres) a la hora de flecar los mantones y mantoncillos, creando enrejados dignos de verjas de los palacios de cortes europeas.
Niños perdidos
La caseta más importante de la Feria, sobre todo cuando alguno se despista. Para evitar pasar por ella, habrá policías locales repartiendo pulseras identificativas para los menores. Quienes más saben de seguridad, los policías, bomberos y miembros de protección civil proponen que padres y madres jueguen con los niños antes de salir de casa. Se trata de enseñarles qué hacer en caso de que se despisten y se vean solos. Las reglas son fáciles. En primer lugar, hacerles memorizar un sitio de referencia. Lo más adecuado es con la frase: si nos perdemos nos vemos en... pero sobre todo, nunca alejarse mucho del lugar en el que se despistaron de los mayores. Eso sí, lo mejor es que aprendan a decir su nombre alto y claro, y el teléono de su padre o madre en la medida que les permita la edad.
Ojana
En la Feria hay mucha , sobre todo conforme avanzan las horas y se apodera de los feriantes el espíritu de la exaltación de la amistad. Y no, esta palabra no tiene nada que ver con la de la película de Lilo y Stich. Esa va con h en lugar de j y significa familia, que por cierto, también abunda en la Feria, tanto la de sangre como la que se crea a lo largo de los años.
Paseo de Caballos
Es el momento más entretenido de las sobremesas, sobre todo, si tienes la suerte de conseguir mesa en primera línea de verja. Es cierto que cada día empieza más tarde y que hay verdaderos atascos en determinadas horas, pero los caballos, sus jinetes y los enganches que pasean por el real son una estampa que no deja indiferente a nadie por el colorido y la belleza que tiene.
Queso
Junto con el jamón y la tortilla forman el trio de oro de las casetas. Un buen queso y un buen vino arreglan un almuerzo improvisado cuando se va de caseta en caseta recogiendo a unos y a otros. Los gourmets de la Feria suelen decir que una caseta es buena si el queso, el jamón, la tortilla y, en algunos casos, la caña de lomo, están para quitarse el sombrero...y dejarlo olvidado.
Real
Ni ferial, ni recinto ferial, que eso es para los palacios de congresos, la Feria de Sevilla se celebra en el real de Los Remedios ( o más concretamente Los Gordales). Según algunos investigadores recibe este nombre por ser una feria sancionada por la reina Isabel II, es decir, de fundación real, para otros es porque ese era el precio que cobraban los cocheros por llevar al agente a la Feria (un real).
Sevillanas
Da igual cuántas salgan al mercado cada año. No hay feria donde no se cante por El Pali, los Hermanos Reyes, Cantores de Híspalis o Amigos de Gines. Sevillanas que cantaban las abuelas y que vuelven cada año a salir aunque la letra parezca olvidada el resto del año. Son la banda sonora de la Feria y cada sevillano las baila a su estilo. Existen pasos, movimientos de manos académicamente correctos, pero la caída de manos, el caracoleo del vestido o simplemente la forma de arrancarse a bailar es personal e intransferible, por eso cada uno baila la feria como le va.
Trastienda
Hay tanta vida en una trastienda de caseta como en una casa de muchos habitantes. Allí es donde se cuentan penas, alegrías, se come y se bebe como le gusta al sevillano, en la barra. La trastienda encierra el verdadero alma de cada caseta. Es el terreno de los socios, donde hablan de cómo han crecido los chiquillos o de quien falta este año porque la enfermedad ha decidido dejarle sin su copa de manzanilla, pero que volverá con más ganas que nunca cuando vuelva la próxima primavera.
Una copa y nos vamos
Esa es la mayor mentira de toda la Feria. Nunca es una copa y nos vamos. Cuando un feriante de verdad quiere irse a su casa no dice nada, porque sabe que una copa o una sevillana más en el tablao nunca es una, porque una cosa lleva a la otra y te habías propuesto volver a tu casa a las doce de la noche y son las dos de la mañana y has aprendido hasta a tocar Rosa de pitiminí en la guitarra.
Ver y ser visto
La Feria es también un gran bazar de vanidades donde ver y ser visto. Es un juego al que todos se prestan porque , al final, estar orgullosos de nosotros mismos siempre es un triunfo.
Zapatos
Porque al final, si regresas a casa con los zapatos limpios y sin que el albero te llegue por lo menos al tercer volante, no se ha disfurtado de la Feria, cada uno debe vivirla como mejor pueda, siempre con ganas de fiesta y diversión porque para ponernos serios tenemos el resto del año.
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