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El Herrera vuelve a ser condenado en Sevilla: cuatro años de cárcel por secuestrar, extorsionar y robar a un empresario

Manuel H.P., que lideró el secuestro de la víctima porque otros acusados le reclamaban una deuda de 90.000 euros, será el único de los siete condenados que tendrá que cumplir la pena de prisión

"No quiero formar ningún espectáculo", le dijo al tribunal tras pedir un descanso durante el juicio para salir a "tomar el aire"; ya fuera de la sala, lo que hizo fue discutir con familiares del resto de acusados

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Manuel H.P., en una imagen de archivo en los juzgados del Prado de San Sebastián. / José Ángel García

Nueva condena para Manuel H.P., el antiguo líder de los ultras del Betis, famoso muy a pesar suyo desde que agredió sin motivo alguno a un ciudadano en la Plaza Mayor de Bilbao antes de un partido entre su equipo y el Athletic. La Audiencia de Sevilla, con su conformidad después de que su abogado alcanzase un acuerdo con la Fiscalía, le ha impuesto cuatro años de cárcel por secuestrar, extorsionar y robar a un empresario. En el caso hay otros seis acusados, pero han sido castigados con penas menores y ninguno entrará en prisión: sus abogados solicitaron la suspensión de la ejecución de las condenas de reclusión y las acusaciones no se opusieron. El único que cumplirá, por tanto, será el Herrera.

El juicio se celebró el pasado 22 de mayo ante la Sección Cuarta. Antes hubo varios intentos de acuerdo, pero por hache o por be no cuajó ninguno. La diferencia esta vez es que la víctima aceptó una indemnización mayor incluso de la que reclamaba la Fiscalía. El pacto de conformidad beneficia, y mucho, a todos los implicados. Hasta al Herrera, por mucho que le suponga seguir en la cárcel. Su letrado, de hecho, consiguió reducir su castigo a la cuarta parte de lo que el Ministerio Público pedía inicialmente (dieciséis años y medio). Cuando la presidenta del tribunal le preguntó si estaba de acuerdo con las penas que se le iban a imponer, el Herrera no dudó: “Por supuesto, claro que sí”, contestó.

Los hechos ocurrieron el 24 de abril de 2021. La acusada Luz R.M. quedó con la víctima cerca de un supermercado de San Juan de Aznalfarache con el “pretexto” de comprarle un coche. Después llegaron el Herrera, Juan Jesús M.C., Antonio G.M. y otra persona. Los cuatro lo abordaron, le apuntaron con una pistola y lo golpearon con la culata en la cabeza. “¿Qué te crees, que no te íbamos a coger?”, le espetaron. También le pusieron grilletes, le taparon la cara con una camiseta y le quitaron su móvil y otros bienes. Así lo contaba el fiscal y así lo reconocieron todos los encausados ante el tribunal.

Los agresores llevaron al hombre a una nave de Benacazón y “lo obligaron a grabar un audio en el que manifestaba que se encontraba allí por voluntad propia”. En realidad le exigían “el pago de tres deudas” por un total de 90.000 euros: una relacionada con un negocio de anabolizantes, otra con un gimnasio y la última, con un desguace. El perjudicado negó deber nada a nadie, así que esos tres acusados y otros dos (Hugo Y.V. y Antonio F.R.) le dieron “puñetazos y culatazos” durante cuatro horas. También lo amenazaron con cortarle un dedo o arrojarlo al agua “a 3.000 millas” de la costa y le avisaron de que “sabían dónde vivían sus padres y la madre de su pareja”. Y además le hicieron escuchar grabaciones de dos individuos, “uno de acento colombiano y otro árabe”, que le dirigían frases como “¿qué prefieres, pagar con tu vida?” o “haz caso, que aquí somos todos criminales”.

Todo este trabajo de persuasión acabó dando sus frutos:el empresario aceptó entregarles un coche y transferir un piso como parte del pago de la deuda. Y aun así, con posterioridad a su liberación, Juan Jesús M.C. le exigió otro vehículo porque el primero “tenía averiadas las luces”. También siguió recibiendo “llamadas y mensajes amenazantes”. Del 5 al 17 de mayo, por ejemplo, el Herrera se le presentó como “el que está al mando de todo” y le advirtió de que “le iba a cortar una mano” si no satisfacía parte de la deuda. “He estado siete años en el agujero y no tengo nada que perder. Te pego un chispazo y te dejo frito”, le soltó también con motivo de una entrega “controlada” de 2.000 euros. Una vez recibido el dinero, Manuel H.P. le dijo “puedes estar tranquilo un par de meses, que no te va a pasar nada”. El hombre sufrió un trastorno de estrés postraumático y necesitó de ayuda en una unidad de salud mental.

Manuel H.P. se exponía a una petición de seis años por un delito de detención ilegal, cinco por extorsión, cuatro por robo con violencia e intimidación agravado por el uso de armas, uno por lesiones psíquicas y seis meses por un delito contra la seguridad vial. Tras la negociación entre su defensa, el fiscal y la víctima, la pena se fijó en sólo cuatro años: uno por el secuestro, uno por la extorsión y dos por el robo. La condena por las lesiones se redujo a 22 días de cárcel, que se sustituyen por 264 euros de multa; y la de la conducción sin permiso, a otra multa de 360 euros.

En cuanto a los otros seis acusados, Juan Jesús M.C. y Antonio G.M. aceptaron una pena total de dos años y un mes por secuestro, extorsión y robo más la susodicha multa de 264 euros por las lesiones psíquicas de la víctima; Luz R.M. firmó un año por tenencia ilícita de armas; y, por último, Fernando M.M., Hugo Y.V. y Antonio F.R. se conformaron con ocho meses por la extorsión y la multa por las lesiones.

La clave de la rebaja de las condenas es la atenuante de reparación del daño, vinculada al pago previo de 24.000 euros para resarcir a la víctima (el fiscal solicitaba 7.000). Fernando M.M. consignó 10.000 euros antes del juicio; el Herrera, Juan Jesús M.C. y Antonio G.M., 4.000 cada uno; y Antonio F.R. y Hugo Y.V., 1.000 cada uno. Al contrario, a Manuel H.P. se le contabilizó la agravante de reincidencia en la extorsión y la conducción sin permiso. El fiscal citaba hasta seis condenas previas entre 2014 y 2023: una por atropellar a un guardia civil, otra por la agresión de Bilbao, una por extorsión, dos por conducir sin permiso y otra por vender mercancía robada,

Tras consultar a todos quienes se sentaban en el banquillo y oír de ellos su visto bueno a las condiciones y las penas que solicitaban las acusaciones, la Sección Cuarta anticipó el fallo en la misma sala y decretó la firmeza de la sentencia. Esa resolución aún debe ser redactada y notificada, pero recogerá el relato de hechos de la Fiscalía.

"No quiero formar ningún espectáculo"

El caso se resolvió con un acuerdo entre todas las partes, pero la jornada que se vivió el pasado jueves en la cuarta planta del Palacio de Justicia no fue precisamente pacífica. El Herrera y Juan Jesús M.C. llegaron a la Audiencia desde la cárcel, mientras que los demás, al estar en libertad provisional, lo hicieron desde sus casas. Cuando los juristas remataron los últimos flecos de la conformidad, el Herrera subió en ascensor desde los calabozos. En cuanto vio al resto de encausados, se fijó en uno, lo llamó “chivato” y lo amenazó con que lo iba a “achicharrar”.

Para suavizar algo la tensión, el Herrera y el otro reo fueron los primeros en entrar en la sala. Ambos iban esposados y custodiados por dos policías nacionales que no son ni los más altos ni los más fornidos del Cuerpo. Ya dentro se les unieron otros dos agentes, pero a priori seguía pareciendo una dotación escasa. El Herrera estuvo inquieto y no dejó de hablar con el acusado al que estaba pegado. El resto estaba en la otra columna de asientos. Y en medio del juicio, cuando la presidenta iba a anticipar el fallo de la sentencia, Manuel H.P. ya no pudo contenerse más e interrumpió a la magistrada. “¿Puedo salir?Para tomar un poco de aire”, le dijo. Los componentes del tribunal se quedaron un poco descolocados, pero finalmente le dieron permiso. “No quiero formar ningún espectáculo”, les espetó también el principal acusado. La medida no gustó al abogado de Juan Jesús M.C., y al mismo tiempo exletrado del Herrera, porque quería que su cliente se enterase de los términos de su condena.

Ya fuera, el Herrera volvió a gritar e increpar a los familiares de otros encausados, así que el receso duró un suspiro. Los dos encausados esposados regresaron a los dos minutos y la presidenta ya cuidó de que lo que quedaba de vista oral terminase lo antes posible.

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