De Sagasta al Gato Negro: las administraciones emblemáticas que convierten la Lotería de Navidad en tradición sevillana
Historia, rituales y números fetiche mantienen viva la fama de los puntos de venta más concurridas de Sevilla
Cómo comprobar tu décimo de Lotería de Navidad 2025 paso a paso
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En Sevilla hay muchas administraciones de Lotería, pero solo unas pocas se han convertido con el paso del tiempo en paradas casi obligatorias cada Navidad. El Gato Negro, Sagasta “Los Millones” y la Administración número 11, situada entre Sierpes y San Francisco, comparten algo más que largas colas, concentran historia, supersticiones y una tradición que se renueva cada diciembre con la misma ilusión de siempre.
Desde Sagasta hasta el Gato Negro, la imagen se repite. Filas que avanzan despacio, conversaciones cruzadas y compradores que confían en que la suerte vuelva a pasar por estos mostradores. En la Administración 11, su responsable, Felipe, lo resume con naturalidad: "Nosotros casi siempre vendemos todo. Muchísimos. No te puedo decir la cantidad exacta, pero nos queda muy poco ya". La alta demanda es una constante y, en algunos años, el papel se agota incluso antes de fechas clave.
Uno de los factores que explican este éxito es la búsqueda de números concretos. Según explica Felipe, hay terminaciones que se repiten temporada tras temporada. "El 13, el 69, el 15, el 7 o el 5, eso lo busca todo el mundo", señala. A estas cifras clásicas se suman modas pasajeras que cambian cada año. "Ahora un vidente ha dicho que va a ser el 68 y todo el mundo con el 68. Todos los años hay alguna cosa de esas", añade.
La ubicación también juega un papel clave. Situada en una de las zonas más transitadas de la ciudad, la Administración 11 recibe tanto a sevillanos como a visitantes. "Tenemos muchísimos turistas. Como está el Ayuntamiento al lado, esta calle es de las más famosas de Sevilla y hay muchísimo turismo", explica Felipe.
En Sagasta "Los Millones", el ambiente es similar. La fama acumulada a lo largo de los años convierte la espera en parte de la experiencia. Allí, como en otros puntos emblemáticos, la gente no solo acude a comprar, sino a participar en un ritual que se repite cada Navidad.
En el Gato Negro, la elección del número pasa a un segundo plano para muchos compradores. Algunos reconocen que no buscan cifras concretas y que confían más en el lugar que en el décimo. "No, el que nos den. A ver si nos da suerte aquí el Gato Negro", comenta una clienta habitual, que asegura acudir siempre a esta administración. El ritual se completa con gestos ya convertidos en tradición: "Sí, sí, lo primero", responde al ser preguntada por si ha frotado el décimo en la figura del gato. Incluso hay quienes revisan cada detalle: "He mirado primero a ver si tenía uñas o no", explica entre risas, como parte de una superstición que se repite año tras año y que convierte la compra en una experiencia casi ceremonial.
Más allá de premios concretos, lo que une a estas administraciones es la experiencia. En Sevilla, comprar un décimo es una tradición compartida que transforma calles, genera colas y mantiene viva la ilusión colectiva que anuncia, año tras año, la llegada de la Navidad.
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