El abogado, el dictador y el nazi

El jurista Philippe Sands publica 'Calle Londres 38', un libro en el que relata el proceso contra Pinochet en Londres y la búsqueda un criminal nazi en Chile

El asesino en familia

El escritor y abogado inglés Philippe Sands, el pasado mes de abril en Barcelona. / Marta Pérez / EFE

La ficha

Calle Londres 38. Philippe Sands. Traducción de Francisco J. Ramos Mena, Juan Manuel Salmerón Arjona. Anagrama. Barcelona. 2025. 584 páginas. 23,90 euros.

Calle Londres 38 es la cuarta obra de Philippe Sands que se publica en España. Sands es un abogado londinense especialista en derecho internacional, cuya primera y más conocida obra lleva por título Calle Este-Oeste. En ella, explicaba las diferencias entre genocidio y crímenes contra la humanidad desde el punto de vista legal, en un texto jurídico y técnico aderezado con la propia historia de la familia del autor, muchos de cuyos miembros acabaron sus días en los campos de exterminio nazis. El resultado es una fórmula magistral mitad ensayo mitad novela que se lee casi como un thriller, pero de los buenos y no de éstos de ahora que pueblan los estantes de las librerías y que tienen escaso o nulo valor.

El autor publicó después Ruta de escape, una obra en la que, con el pulso narrativo de una novela de espías, relataba la huida de un criminal nazi a través de Roma. Su tercer libro es La última colonia, sobre un grupo de personas que fueron arrancados de su isla y deportadas a otro lugar, un proceso en el que intervino el autor como abogado. También lo hizo tangencialmente en el caso del dictador chileno Augusto Pinochet, cuando éste fue detenido en Londres en 1998 y pasó bajo arresto domiciliario casi dos años, mientras se decidía si podía ser extraditado a España para ser juzgado por el asesinato de ciudadanos españoles en Chile tras su asalto al poder.

Fruto de ese trabajo llega ahora a las librerías Calle Londres 38 (publicado en Anagrama, como toda su obra), en el que Sands relata minuciosamente cómo fue todo el proceso legal contra el dictador. Para ello se basa en una serie de entrevistas con los protagonistas del caso, desde los abogados de Pinochet hasta la intérprete que trabajaba para Scotland Yard, que fue la que le acompañó en los momentos en que la Policía tenía que comunicarle cuestiones de importante, pues el dictador no sabía inglés. Por sus páginas aparecen también el juez Baltasar Garzón y el fiscal Carlos Castresana, ,impulsores del proceso en España, o el ministro del Interior británico Jack Straw, al que se le pasó la patata caliente de decidir si Pinochet podía ser extraditado o no teniendo en cuenta su supuestamente delicada salud.

Así dicho, a un lector poco interesado en el derecho internacional puede resultarle un peñazo un libro sobre el proceso contra Pinochet en Londres. Pero es todo lo contrario. El autor sabe facilitar la lectura y los tecnicismos, que los hay, están perfectamente explicados y al servicio de la historia. Sands, lejos de empeñarse en demostrar su erudición en la materia, se erige en un narrador al más primitivo estilo. Como si fuera un contador de historias en una tribu prehistórica, la escritura del abogado londinense fluye a lo largo de casi 500 páginas sin que el lector se resienta en absoluto. Y es más, todo está perfectamente documentado. Para quien quiera más, hay un buen número de páginas al final del libro con todas las notas y referencias.

Paralelamente a la historia de Pinochet, Sands se embarca en un viaje a la Patagonia en busca del criminal nazi Walther Rauff. Resulta que este tipo fue el inventor de las cámaras de gas portátiles, que diseñó en unos furgones que simulaban ser ambulancias. En ellos se introducían a los prisioneros, casi todos judíos, y se les aplicaba una manguera conectada al tubo de escape. El resultado era la muerte por intoxicación. Así, hasta que se perfeccionaron los campos de exterminio, se acabó con decenas de miles de personas a principios de los años cuarenta.

Pues bien, este tipo logró escapar de los juicios de Nuremberg a través de países árabes, pasó un tiempo en Ecuador, donde conoció a Pinochet, y terminó en Chile. Vivió muchos años en la localidad de Punta Arenas, uno de los núcleos de población más meridionales del mundo, en la Tierra del Fuego. Allí precisamente levantó el Ejército chileno un campo de concentración, inspirado en los del nazismo, tras el golpe de estado que aupó al poder a Pinochet y tras el suicidio de Salvador Allende después del bombardeo del Palacio de la Moneda.

Sands va mezclando la historia del proceso a Pinochet con la de Walther Rauff, aparentemente inconexas hasta que va encontrando nexos de unión entre ambas. Como un gran periodista, o como un genial investigador privado, el autor visita todos los lugares en los que estuvo el nazi, que dirigió una pesquera dedicada al comercio de carne de centolla en los años sesenta y setenta, se entrevista con la gente que lo conoció y le pregunta a los que sufrieron torturas tras el golpe de estado. "¿Conoce a usted a este hombre?", les enseña la foto, les pregunta por su acento alemán, hasta tratar de averiguar si colaboró con el régimen en la eliminación de opositores.

No diremos más. Posiblemente el lector bien informado conozca ya muchas de las cosas que cuenta Philippe Sands en el libro. Pero la sensación es que estamos ante una nueva obra mayúscula de este enorme escritor disfrazado de abogado especialista en derecho internacional, que tanto sabe de tribunales como el de la Haya, de la antigua Yugoslavia o de Nuremberg, pero que sobre todo destaca por saber contar historias.

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