El arca austro-húngara

Crítica 'El gran museo'

Manuel J. Lombardo

13 de enero 2016 - 05:00

EL GRAN MUSEO. Documental, Austria, 2014, 94 min. Dirección: Johannes Holzhausen. Guión: Johannes Holzhausen, Constantin Wulff. Fotografía: Attila Boa, Joerg Burger.

El gran museo se sitúa en la estela de otros documentales contemporáneos que se han adentrado en las salas, las colecciones o la estructura y el funcionamiento interno de algunos de los museos más importantes del mundo: Una visita al Louvre, de Straub y Huillet, La ville Louvre, de Philibert, El arca rusa y la aún inédita Francofonía, ambas de Sokurov, o, más recientemente, National Gallery, de Frederick Wiseman.

Se trata aquí de escrutar el monumental Kunsthistorisches Museum de Viena, uno de los principales museos de Bellas Artes y Artes decorativas del mundo, depositario de espléndidas obras de Rubens, Velázquez o Brueghel el Viejo y, como en los títulos precedentes, de reivindicar su condición de gran arca que conserva los tesoros del patrimonio artístico-histórico nacional como señas de la identidad y el orgullo de la nación (o el viejo imperio), algo que, en el caso austriaco, viene irremediablemente unido a una cierta idea del orden, el control, la profesionalidad y la pulcritud a la hora de la gestión y la organización del trabajo.

Queda, sin embargo, una cierta sensación de asepsia al contemplar este trabajo de Johannes Holzhausen, como si el cineasta se hubiera plegado antes a satisfacer la imagen oficial (y promocional) de la institución, conservadora per se, recorriendo sus distintos departamentos, de las oficinas a los talleres de restauración, de las salas de reuniones ejecutivas a los depósitos y archivos, de las obras de remodelación a la cena de gala de inauguración o las visitas de autoridades políticas, que a los posibles conflictos, fricciones, dialécticas o contradicciones que construyen el auténtico monstruo orgánico que es un museo de estas características. Apenas algún debate sobre la modernización de su imagen de cara al turismo, apenas una escena que nos deja entrever el asunto de las categorías laborales, cuando nos muestra la reunión de un grupo de vigilantes de sala, los parias del engranaje (precisamente uno de ellos protagonizaba la espléndida Museum Hours, de Jem Cohen), que se quejan sotto voce de no tener relación con el resto de departamentos y miembros de la comunidad.

Sin que sea ya santo de nuestra devoción, tal vez nos hubiera interesado más ver lo que un cineasta como Ulrich Seidl podía haber revelado del funcionamiento y las dinámicas de una institución como ésta.

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