La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El castigo de las bullas navideñas
Seguirle la pista a la guitarra de Daniel Casares (Málaga, 1980) es tarea harta complicada. Flamenco con vocación universal, le da la vuelta al mundo todos los años con proyectos que le unen a músicos de toda índole, mientras defiende la verdad de lo jondo con recitales en solitario. Por suerte, el miércoles recala en Bollullos de la Mitación junto a la estrella de la canción portuguesa Cuca Roseta, para ofrecer Rayana, un paseo musical en el que las fronteras con el país vecino se disuelven a base de fado, copla y flamenco.
Pregunta.-Fado y flamenco son músicas vecinas, pero distantes, como ocurre con sus propios países de origen.
Respuesta.-El fado y el flamenco tienen muchos puntos de encuentro, en su forma y en su contenido. En este proyecto hay más fado que flamenco, porque los temas de la cultura musical española que hemos elegido realmente no son flamenco. Hemos versionado el Lalala de Massiel, Señora de Rocío Jurado, o El Emigrante de Juanito Valderrama. Pero es cierto que al final mi concepción de la música es a través del flamenco, con los giros de guitarra del flamenco son los que yo acompaño. Ahí es donde las dos culturas musicales se dan la mano: ella canta fado y yo toco flamenco.
P.-Cuando dos culturas musicales se encuentran las posibilidades son casi infinitas: ¿cómo se pusieron de acuerdo para confeccionar el repertorio?
R.-Esto parte de una conexión musical a raíz de la cual nos dimos cuenta de que había posibilidades de hacer algo bonito. Teníamos una serie de ideas cada uno, hasta que nos juntamos en el estudio de Benalmádena, donde realizamos una escucha serena de varias canciones de ambos lados. De ahí surgió grabar por ejemplo El Emigrante de Valderrama, que Cuca escuchó un par de veces, le encantó y la grabó inmediatamente. Ella tiene una capacidad de aprendizaje increíble. La buena onda que nos provocara un tema al escucharlo juntos nos ha hecho decidirnos por una canción u otra.
Solo existen dos tipos de música: la buena y la mala
P.-Fue a ver a Cuca Roseta en concierto y se enamoró de su voz: ¿qué destaca de ella?
R.-Me ha sorprendido su alta capacidad y eficacia, a la hora de abordar cualquier pieza. Además de su timbre, que es muy especial, ella es muy elegante en el escenario. En este espectáculo estamos ella y yo solos, y veo cómo ella llena el escenario. La admiró profundamente y tenemos una gran amistad, lo que me permite disfrutar de ella cada vez.
P.-Usted conoce bien la música en portugués: ha trabajado con otros lusos como Dulce Ponte, Vaz Maia o el brasileño Toquinho; sin embargo la música portuguesa es relativamente desconocida en nuestro país.
R.-Lo es, pero también lo es el flamenco para los propios españoles. Eso es una realidad. Los jóvenes no lo escuchan, o lo escuchan muy poco. Es una cuestión de educación musical, lo que no cabe duda es que quien descubre el fado o el flamenco ahí se queda para siempre, se engancha, porque ahí está la verdad de la música. Son músicas del pueblo, que cuentan historias reales, las fatigas y alegrías, músicas de raíz. Son historias reales, la seguiriya es el lamento de un pueblo. En el fado también existe esa variedad, depende de las emociones y también de la zona donde se cante.
Tocar el concierto de Aranjuez te pone las pilas, es como hacer crossfit
P.-Ha grabado con músicos muy diferentes, desde el autor de carnaval Martínez Ares a la mezzosoprano Cecilia Bartolli, ¿qué poso queda de todo eso en su música?
R.-Queda todo, mi música se alimenta de todo eso y del paso del tiempo. Mi música dentro de quince años cambiará y sonará algo diferente, lo mismo ocurre después de actuar con nuevos músicos. Esto es un continuo aprendizaje. Yo no me cierro a un género, la música no tiene género. Solo existen dos tipos de música, la buena y la mala. A mí también hay cosas del flamenco que no me gustan, porque si algo no está bien hecho da igual a qué género pertenezca, y eso se extiende también a la música clásica o el jazz, que tienen mucho prestigio.
P.-Grabó y ahora gira con el Concierto de Aranjuez, una pieza que atrapa a los flamencos y de algún modo los gradúa musicalmente, ¿qué la hace tan especial?
R.-Es una pieza maravillosa que para el guitarrista supone un reto. Aprenderte el Concierto de Aranjuez te pone las pilas, es como hacer CrossFit todos los días. Musicalmente hablando, es una obra inconmensurable. Interpretarla con una orquesta filarmónica detrás, ejecutando esas melodías increíbles, es un regalo. Aunque es difícil y te pasas días sin dormir, la sensación es de plenitud, siempre espero con ilusión ofrecérsela al público. Me concentro en disfrutar.
P.-Usted combina conciertos solistas con otros de gran formato. ¿El éxito comercial de la guitarra flamenca depende de cómo se presente?
R.-Yo transito entre grandes orquestaciones a propuestas más radicales como en mi disco Guitarrísimo, un álbum en el que incluí solo mi guitarra y dos palmas. Si te digo la verdad, mi sensación es que fuera de nuestras fronteras gustan ambos formatos. Acabo de volver de Irán tocando solo y la reacción de la afición fue increíble. Los extranjeros no son tontos, tienen conocimiento y distinguen lo bueno de lo regular. El problema está más en España. Con un concierto solista es muy complicado que el público se comprometa. Poco a poco vamos captando público y ampliando nuestra audiencia, pero si no eres un guitarrista muy popular cuesta bastante. Eso hablando de un formato grande, con baile, cante y varios músicos, imagina un concierto en solitario.
P.-¿Por qué cree que se da esa reticencia?
R.-De nuevo, es una cuestión de cultura musical. Si pones la radio ahora mismo lo que vas a escuchar a gente cantando como si estuviera bostezando y con los pantalones por las rodillas. Cuando leo lo que aprende mi hija en la clase de música del instituto veo que estamos completamente ausentes. Hay que enseñarle a los niños qué es el flamenco y quiénes son sus creadores, luego ellos elegirán si se quedan o no, pero por lo menos que tengan la opción. Teniendo en cuenta además que el flamenco es lo que nos representa en el mundo. Un alemán piensa en España y se imagina una guitarra, no una gaita, con todos mis respetos.
P.-En su condición de trotamundos viaja a la India en breve, un nuevo destino ¿qué espera musicalmente de ese país?
R.-Pasé dos meses en Bangladesh y allí pude descubrir mucha música hindú, que és increíble, tiene una riqueza y una complejidad brutal. Estoy deseando llegar porque todos esos viajes suponen siempre un enriquecimiento.
P.-Al menos siempre podrá regresar a la plaza de Estepona que lleva su nombre, todo un hijo predilecto de la localidad.
R.-Me siento sinceramente abrumado, la verdad es que no sé si soy merecedor de tanto reconocimiento. Pero enormemente orgulloso y agradecido hasta el infinito con mis paisanos y su alcalde. Espero poder pagarlo con mucha y buena música.
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