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Crónica de un día

Fran Barquilla

fbarquilla@grupojoly.com

La 'mascá' de Will Smith

La sonora bofetada de Will Smith a Chris Rock en la ceremonia de los Oscar abrió un debate en el que las opiniones fueron girando según avanzaron las horas

Parecía un gag más. Parte del guión de una ceremonia de los Oscar que, como una más, iba a pasar con la gloria de los premiados, la pena de llevar cuatro representantes españoles y llevarnos solo uno, enhorabuena Alberto Mielgo, y el valiosisímo reconocimiento para Jane Campion.

Pero no lo era y ha sido el tema de conversación en las redes y en charlas de pasillo y café: Will Smith ha sido el protagonista de la noche del cine hollywoodiense y no por su premio a mejor actor por El Método Williams. Lo ha sido por una sonora bofetada, o como se solía decir por aquí una mascá (gracias Juancho por rescatar la palabra) a uno de los presentadores de la gala, Chris Rock. Pero esto seguro que ya lo saben.

El debate ha oscilado entre los defensores de que el humor tiene límites y que si se traspasan pasan estas cosas…; los que hablan de machismo en la reacción de Smith, que ha salido a defender el honor de su señora; los que recuerdan su pasado y la situación vivida en su infancia, cuando su padre maltrataba a su madre, para explicar esa reacción, y los que se han centrado en hablar de control emocional en una situación cuanto menos tensa.

Empecemos por el humor y su límite. Es un debate para un serial. La broma, de mal gusto no cabe duda, tampoco puede parece tan ofensiva. La mujer de Smith, Jada Pinkett, sufre una alopecia autoinmune, y de ahí que el humorista Chris Rock la haya comparado con la teniente O'Neil. No debió parecérselo al Príncipe de Bel Air cuando en un primer momento incluso se ríe del 'chiste'. A la que se le cambia el rictus es a su esposa, a la que no le hace tanta gracia.

En este debate me quedo con Ricky Gervais, el presentador más ácido y con más humor negro que han 'sufrido' las estrellas de Hollywood en su gala anual: "Recordad que solo son chistes, moriremos pronto y no habrá secuela".

Ahí surge el debate del machismo de Smith. ¿Tiene que ser él quien se levante a desagraviar a su mujer? Aunque lo hubiera hecho con el arma de la palabra y no del puño, ¿no estaríamos hablando de lo mismo? Está claro que si al subir a recoger la estatuilla hubiera hecho un alegato sobre el humor inteligente con alguna pullita a Rock ahora lo estaríamos aplaudiendo todos en pie… o no, porque de lo bueno no comentamos tanto.

Will Smith ha explicado en muchas ocasiones que en su casa, de pequeño, vivió como su padre maltrataba a su madre. Son muchos también los psicólogos que relacionan la vivencia del maltrato en hogar con adultos violentos. Aquí habría una prueba.

Luego estuvo el debate de la raza. ¿Se habría levantado Smith si el presentador o él mismo hubiesen sido de razas distintas? ¿Y si hubiese sido una presentadora la que hubiese hecho el chiste?.

Lo que está claro es que anoche Will Smith no supo controlar sus emociones. Ni siquiera su risa. Quizás la rabia era contra él mismo por reír el chiste en un primer momento, en una sonrisa incontrolable. Como dijo el poeta latino Horacio, "la ira es una locura de corta duración".

De hecho a los 10 minutos subió a por su premio y, con la boca chica, porque a Chris Rock no le nombró, pidió perdón por el arrebato. "La ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo. Después es tarde", que dijo Giovanni Papini.

Lo único cierto es que en una gala que debería haber pasado a la historia por ser la que otorgaba la gloria a una mujer, Jane Campion; una guionista, Siân Heder; una diseñadora, Jenny Beavan; y una jovencita de 20 años por su cancióm, Billie Eilish, entre otras profesionales reconocidas, quedó en nada porque el protagonismo fue para la peor de las reacciones de un hombre.

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