
Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Schmeichel
Mientras iba entornándose la ventana invernal de mercado, dos hechos podían con todo. Uno era la presencia de Luis Rubiales en el banquillo por aquel desafortunado episodio del beso a una jugadora y por otro, el desmesurado y demoledor ataque del Real Madrid al estamento arbitral. De lo primero no tengo más que insistir en que a Rubiales le pasó lo que a Capone, que lo pillaron los de Hacienda y no el FBI.
Pasó a los anales la captura del gángster más famoso de la historia del crimen por algo que no tenía que ver con el nutrido historial de asesinatos que registraba. Y a Luis Rubiales lo defenestraron primero y puede que lo encarcelen ahora por la efusividad mostrada tras el Mundial que ganaron las féminas. Y ahora que Dios le coja confesado porque condenado está de antemano. Y lo otro que acapara toda la atención es el juicio sumarísimo del Madrid a los árbitros.
Es una reacción sin precedentes y de todo punto excesiva que crea un precedente de incalculables consecuencias. Aquel manido eslogan de “así, así, así gana el Madrid” que se ha venido escuchando por todos los campos de la piel de toro desde tiempo inmemorial ha virado hacia una contestación madridista tan enérgica como exagerada. De todas formas, lo único que ha hecho el club ha sido repetir lo que hacen sus medios informativos un día sí y otro también.
Esta protesta no ha sido más que las que todos los clubes han hecho en momentos puntuales. Lo que pasa es que la información que rodea al Real Madrid es de una resonancia que deja en hojas parroquiales el resto de protestas. ¿Y ahora qué pasará en cada partido que juegue el Madrid? Por lo pronto, el arbitraje ha recibido un obús en su línea de flotación, el Bernabéu potenciará su carácter de indudable olla a presión para el árbitro y ahí quiero yo ver a todo el estamento.
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