Hemos mandado a hacer puñetas el espíritu de Aníbal González, que quien esté libre de pecado tire la primera piedra. A la destrucción de tanto como se destruyó durante el nacional-catolicismo se une lo que en estos tiempos se está arrasando. Aquella Plaza del Duque devastada por la piqueta en aras a un progreso artificioso fue un antecedente de lo que se está haciendo en la Palmera. Al carajo Aníbal González y compañeros como Espiau, Talavera o Traver que hicieron de la arquitectura regionalista bandera para una Exposición Iberoamericana que cambió la ciudad para bien. Parece que ahora se quiere poner pies en pared para salvar la Palmera de esa sucesión de impersonales tanatorios bajo la excusa de residencias de estudiantes. No creo que se haya llegado a tiempo, pero si se salva lo que aún queda en pie de aquella joya viaria demos gracias al Señor.