Más candidatos a todo que botellines

La aldaba

Nos faltan médicos y camareros, pero nos sobran aspirantes a cargos de relumbrón

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La maldición de la calle Cuna

Inauguración de curso académico.
Inauguración de curso académico. / M. G.

08 de octubre 2025 - 04:00

Qué ganas de participar en la vida pública hay en esta ciudad. “Qué maravilla, chiquillo”, que dice el del anuncio del Grupo Barea. La carrera de camellos hacia el Rectorado tiene ya siete aspirantes. ¡Siete, oiga! Siete fueron los magníficos que dieron origen a la extinta Alianza Popular. A ver si las elecciones no acaban... como aquel congreso de la UCD en Palma de Mallorca. Tratamos de digerir el aumento poblacional en el proceso electoral de la Universidad de Sevilla (me ha quedado un título de antigua tesina) cuando se anuncia una candidatura al Consejo de Cofradías, que celebra los comicios en junio con un censo de votantes que cabe en dos autobuses. ¡Estamos en octubre! Tengan por seguro que habrá dos aspirantes, como dos ha habido en las pasadas elecciones de muchas hermandades. Hablas con los expertos en selección de personal y te reiteran que faltan médicos, enfermeros, ayudantes de cocina, camareros, jefes de obra que hagan de supervisores... Pero nos sobran aspirantes a todos esos puestos con derecho a relumbrón en la Sevilla de las ocho de la tarde. Y también de la mañana, porque sale usted elegido en un cargo o carguillo y se harta de ir a desayunos de trabajo, donde ni se desayuna ni se trabaja. Y firma convenios de colaboración a las doce del mediodía. Y ya, cuando acaba el acto, no merece la pena ya ir al despacho.

Una cosa es que la vida pública se haya degradado (de Leopoldo Calvo Sotelo a Pedro Sánchez) y otra que no haya figurantes para tanto papel que hay en el reparto. Una cosa es la cantidad de gente deseando ser algo y otra repasar las listas y acordarse de aquel gerente del Consejo de Cofradías que miraba el concurrido salón de la asamblea general y se llevaba las manos a la cabeza. “¡Jesús! Con los señores que he conocido en esos puestos en otros tiempos”. Ahora te encuentras con algún cargo notable de la ciudad, entablas un diálogo de cortesía de dos minutos y el escolta, ¡zas!, se mete en la conversación. El organigrama está de saldo. Cuánta razón tenía Gabriel Rojas, al que le pidieron en su día que se presentara a hermano mayor de la Macarena. “Para pagar nóminas somos pocos en Andalucía. Para ser hermano mayor hay muchos. Seguro que la Virgen me prefiere manteniendo puestos de trabajo”. ¡Qué profeta, don Gabriel! Y lo peor no es que haya más aspirantes a todos los puestos que tiendas de yogures griegos, sino las ridículas campañas que se montan algunos. En Sevilla no hay fuga de talentos, porque tenemos a todos los lumbreras empadronados. Tenemos más candidatos a todo que botellines. Qué tiempos aquellos en los que se acudía a la casa de un profesional de prestigio a que diera el paso para ejercer un cargo.

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