Las elecciones a rector, una carrera de camellos

Pedimos a los aspirantes que cuiden la redacción de los textos, porque alguno no superaría la antigua Selectividad

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La fachada principal del Rectorado de la Universidad de Sevilla.
La fachada principal del Rectorado de la Universidad de Sevilla. / José Ángel García

03 de septiembre 2025 - 04:00

Las elecciones a rector de la Universidad de Sevilla se parecen ya a una carrera de camellos de las de la Calle del Infierno a la que sólo falta el animador que retransmite la competición: cuál se queda varado porque no entra la pelotita y quién se lleva finalmente el peluche de premio con el añadido de una botellita de Fino Atlantic. ¡Seis candidatos ya para tener derecho a aparcamiento en la lonja de la antigua Fábrica de Tabacos! Si la bandera izada en el Alcázar informa de la presencia del Rey y, por consiguiente, de Pedro Robles con todo a punto para el desayuno y el almuerzo, el volvo aparcado bajo el Ángel de la Fama revela que el rector magnífico está en su despacho. Sumamos tres aspirantes a hermano mayor de la Macarena y seis a rector. La carrera de camellos tiene sus perspectivas de interés. Hay candidatos que redactan unas cartas de presentación que no pasarían el examen de la Selectividad, ahora con nombre de baloncestista: PAU. Producen sonrojo las discordancias de número y la pobreza de la sintaxis. Alguno ni siquiera ha tenido la cautela de pasarle antes las líneas a un buen amigo: “Mira, que quiero ser rector. ¿Le puedes echar un vistazo a estas letras que he escrito tras la siesta?”. Luego despotrican de lo mal que se expresan los periodistas, pero algunos componentes de la llamada a ser reserva intelectual de la sociedad están para rescatar los libros de Lengua Española del trastero de casa de sus progenitores. ¿Qué se puede esperar si sufrimos un presidente del Gobierno con la tesis plagiada?

Urge una Universidad todavía más seria en una sociedad que exalta la fatuidad, con investigadores dedicados a trabajos con verdadero impacto científico en una coyuntura que prima la inmediatez y no el pensamiento, con titulares de cátedras que sean verdaderos intelectuales, creadores de escuela y promotores de un trabajo marcado por la excelencia, además de ejemplares en el uso responsable de las redes sociales para, precisamente, servir de referencia a unos estudiantes que no son conscientes del efecto que tiene cuanto se deja publicado en esas fosas sépticas. En definitiva, una Universidad menos comercial y más robusta por mucho que el márquetin sea una herramienta imprescindible en la sociedad actual. La Universidad no puede parecerse a la política profesional en ningún caso por mucho que la política en sí misma sea un instrumento que debiera estar revestido de prestigio. Una carrera de camellitos se corre ya en el Prado de San Sebastián con la meta en la hermosa portada de San Fernando. Esperamos que los entusiastas aspirantes cuiden, al menos, la redacción de sus mensajes. Que después penalizamos a la muchachada en la PAU con hasta dos puntos menos por una falta de ortografía. ¡Qué exigencias!

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