España no le debe nada a las Brigadas Internacionales

06 de noviembre 2025 - 03:07

Dicen los libreros que ya no se lee a Cela. Cada época se retrata a sí misma y estos son los tiempos de David Uclés y su Península (se ha autoimpuesto no escribir las palabras “España” y “español”) de casas vacías. La ola de hispanofobia inunda a sectores importantes de la izquierda. Habrá que cabalgarla a la vaquera. Mientras tanto, Cela sigue sirviendo de mucho. Por ejemplo, para comentar la decisión del Gobierno de homenajear a las Brigadas Internacionales y darle la nacionalidad española (perdón, Uclés) a los descendientes de dicha unidad que combatió en la Guerra Civil española (disculpas de nuevo, David). Dice el marqués de Iria Flavia en su dedicatoria de San Camilo, 1936: “A los mozos de reemplazo del 37, todos perdedores de algo: de la vida, de la libertad, de la ilusión, de la esperanza, de la decencia. Y no a los aventureros foráneos, fascistas y marxistas, que se hartaron de matar españoles como conejos y a quienes nadie les había dado vela en nuestro propio entierro”. Un grande, don Camilo, aunque por desgracia, en los dos bandos sí hubo quien repartió cirios entre estos turistas de la muerte.

Uno no pone en duda que en las Brigadas Internacionales hubo hombres de valor e ideales, como los pudo haber también entre los voluntarios portugueses que combatieron en el bando nacional, los llamados viriatos, por poner un ejemplo. Pero hay dos cuestiones importantes que se deben saber para contener los entusiasmos del sanchismo memorión. La primera es que las Brigadas Internacionales, pese a que se han presentado como una organización espontánea, fueron una operación muy calculada por Stalin para ampliar su influencia en el bando republicano durante la contienda española, que llegó a ser bastante amplia, como cualquier persona con un mínimo de conocimientos históricos sabe. Es decir, que el inspirador directo de estas maravillosas Brigadas fue uno de los mayores genocidas de la historia, la corista principal –por delante del mismísimo Hitler, responsable de la Legión Cóndor, que ayudó a Franco– del siglo “de la megamuerte”, como fue llamado por R. J. Rummel. La segunda cuestión es que los que formaron parte de las Brigadas Internacionales no vinieron a nuestro país a luchar por la democracia, sino por la dictadura del proletariado. Es decir, por la tiranía del Partido Comunista, como pasó con tantas otras naciones europeas donde Stalin sí logró sus objetivos. Conclusión: la España constitucional no le debe absolutamente nada a las Brigadas Internacionales y sí, más bien, un reproche a la celiana manera.

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