Los inmortales

10 de septiembre 2025 - 03:07

Ya vimos, hace unos días, la animada conversación que mantuvieron los señores Putin y Xi Jining, trujamanes mediante, sobre la inmortalidad y su posible cercanía técnico-científica. También hemos sabido, recientemente, por un estudio publicado en PNAS, que el aumento de la esperanza de vida está desacelerando su curso; y ello por una cuestión muy simple, que cabría explicarse por la ley de rendimientos marginales decrecientes: no es lo mismo aumentar el 50% de diez euros que el de diez mil. Es decir, no es lo mismo aumentarle la vida a Rafael y Bécquer, que murieron en la treintena, que añadirle una propina vital a Ernest Junger, quien sobrepasó la centena con irreprochable aspecto de patricio romano.

En el caso de la madurez dictatorial de los señores Putin y Jinping (no así el alegre dictador Kim Jong-un, que aún se halla en una mocedad tardía), este ansia de inmortalidad viene explicada, tanto por la crecida vanidad de ambos próceres, que suponemos muy superior a la media; como por la presumible ambición de extender sus logros dictatoriales durante unos siglos. Esa misma ambición fue la que impelió al Reich milenario, cuyo milenarismo, como sabemos, se halla presente en la mitología judeocristiana. Al comienzo de El inmortal de Borges, es un jinete herido el que llega a Tebas buscando un río, “el río secreto que purifica de la muerte a los hombres”. Pero el viajero, que viene desde el Oriente, desde más allá del Ganges, no ha alcanzado el río que procura la inmortalidad, sino la caudalosa y fértil oscuridad del Nilo, donde hallará, en consecuencia, su muerte. Ahora son otros jinetes orientales quienes ambicionan el tedio de la inmortalidad, la paz inorgánica y desmemoriada que logran los personajes borgianos. Lejos de cualquier perfección literaria, lo que se prometen nuestros aspirantes a olímpicos es una prolongación de su poder y una reduplicación de los riesgos que ello comporta. Un Putin inmortal, ¿apresuraría o ralentizaría sus hostilidades contra el vecindario ucraniano? ¿Y qué planes, a larguísimo plazo, emprendería el inmortal Jinping? Advirtamos que todo este tipo de ensoñaciones luego vienen interrumpidas, por ejemplo, por el reiterado arquetipo que encarna Bruto, o por cualquier otro imponderable que nos permite hablar, en puridad, de Historia.

Según el físico Carlo Rovelli, la percepción y la existencia misma del tiempo se deben a una mera variación de la temperatura. Es presumible, pues, que tarde o temprano a todos nos alcance el frío.

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