¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Ussía, el último acto del “otro 27”
La tensión y el radicalismo con que se vive la política nacional ha relegado aún más la necesidad de enfrentarse, dentro de las propias autonomías, a sus problemas internos. Un continuo pulso con las estridencias del gobierno central consume la mayor parte de las energías regionales.
Así, una comunidad como Andalucía se ha reducido a permanecer encerrada en una apática nebulosa de supervivencia. Olvidando incluso el cultivo de su mayor privilegio histórico, un privilegio por el que no necesita competir, ya que le viene dado, desde dentro, por su rica y diversa cultura.
Pero, por desgracia, el entusiasmo por avivar esa cultura ha perdido fuerza. Basta recordar, con nostalgia, aquellos años en que se impulsaron proyectos que, desde la pobre perspectiva de hoy, significaron verdaderas proezas intelectuales: en 1976, se publicaron los 10 tomos de las Actas del I Congreso de Historia de Andalucía (Caja Ahorros de Córdoba), creando a su vez el estímulo para editar, en 1980, la Historia de Andalucía (Planeta) dirigida por Antonio Domínguez Ortiz, el más logrado intento de articular, en ocho tomos, todos los complejos acontecimientos del pasado meridional.
Con el mismo número de volúmenes, en 1990, se hizo otro tanto con la Geografía de Andalucía (Tartessos), facilitándose sólidos asentamientos para una ambiciosa Historia del arte en Andalucía (Gever) que contó con otros tantos tomos editados desde 1989. Como obras de consulta se publicaron en 1979 la Gran Enciclopedia Andaluza (Anel), en 10 tomos, y, en 2004, la Enciclopedia General de Andalucía (C&T), en 15 volúmenes. Se resaltan deliberadamente este tipo de obras, porque, entre otras virtudes, respondieron, con su llamativa extensión, a planteamientos que obligaban a difíciles labores de equipos, a movilizar a escritores e investigadores de especialidades distintas y en alejadas localidades.
Fueron obras que necesitaron de gran aliento, ilusión e inversiones, y no es exagerado llamarlas proezas intelectuales, porque, a pesar de sus riesgos, se propusieron por primera vez concebir y explicar Andalucía como un todo vertebrado gracias al privilegio de poseer una espléndida cultura. Conviene, pues, dedicarle un recordatorio a un esfuerzo, hoy tan silenciado, por si acaso, alguna institución, algún día, decidiera imitarlo.
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