La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Nos libramos de pasar vergüenza
EN los viejos tiempos regeneracionistas, esa ideología transversal de la que todos hacían gala, desde la derecha más pertinaz hasta la izquierda más montuna, se hubiese dicho que la España actual está en “decadencia”, término que hoy nos suena demasiado spengleriano y dramático. En la actualidad preferimos hablar de “crisis”, que es palabra menos mórbida y más esperanzadora. De las crisis es más fácil salir que de las decadencias, como supo Olivares.
La España actual está en crisis. No puede ser de otra manera con un Estado en retirada tanto territorialmente como en los servicios que presta, un Gobierno populista (el socialista Jordi Sevilla dixit) que lleva años sin poder aprobar unos presupuestos generales, unos índices de pobreza subiendo alarmantemente, una juventud (y no tan juventud) a la que le es imposible acceder a la vivienda, un fiscal general condenado por revelar secretos, dos ex secretarios generales del PSOE e íntimos del presidente Sánchez circulando por el sistema penal... Todo mal. O casi todo, porque al Ibex 35 le va muy bien y ha marcado récords históricos en 2025.
Pues, con esta crisis galopando, un sector del sanchismo mediático y la delegación del Gobierno de Madrid han decidido tomarla con el señor del purito, ese que se ha hecho famoso por las fotos en las que aparece tocando brevemente los pechos de las activistas de Femen que fueron a boicotear una misa en honor del general Franco, dictador por la gracia de Dios y fallecido hace 50 años, como se encarga de recordarnos todos los días el poder ejecutivo. Es cierto que el señor del purito, de una pinta barojiana que desagrada a los opinadores más estetas, no es el yerno soñado y no parece tener muchas luces. También lo es que hay mucho de berlanguiano en esta escena en la que todos se retratan. Pero hay algo que nos escama cuando la Delegación del Gobierno de Madrid enmarca la detención del sujeto dentro de su “compromiso firme” contra “la violencia sexual” y la garantía del derecho de manifestación. Lo primero podría ser y lo tendrá que decidir el juez (es evidente que el señor del purito no se porta como un caballero, sino más bien como un patán), pero lo segundo roza el sarcasmo. Fueron las militantes de Femen (que tampoco se comportaron como unas damas) las que acudieron a montar la gresca y dificultar el derecho de manifestación y culto de los congregados en la iglesia de los Doce Apóstoles, y no al revés. No voy a defender, cual David Civera, que las detengan, pero sí merecen unas clases de buenas maneras democráticas (algo que puede ser más terrible que un calabozo). Agotado el recurso del meneo de los restos de Franco y de los fastos por su muerte, ahora calientan a sus bases electorales con el señor del purito. Degenerando.
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