Demasiado retraso ya está sufriendo la colocación de los toldos en el centro de la ciudad. Y, según adelantaba ayer en estas gacetas Juan Parejo, la cosa va para largo. Mucha tabarra oficial con el relanzamiento del turismo incluida la vuelta de esa banda sonora que componen las maletas rodantes y resulta que ese desierto que va de la Campana a la Puerta Jerez se alarga hasta Dios sabe cuándo. Dicen que llegará agosto, continuaremos descapotables y, lo que ya es insufrible, sin camello ni salacot a mano para la dura travesía que significa cruzar el extenso casco histórico a pelo. Para mala salud, ninguna, pues si la instalación de las protectoras velas no es gratis para qué cuando ya habremos superado el ecuador del verano y la canícula estará buscando esas tablas que ya encontró junio. Y a ver si caemos en que los toldos, como las bicicletas, son para el verano.