A. Soler-Arpa

Reparar, un acto de rebeldía

La última vez que lleve mi furgoneta Volkswagen de segunda mano a reparar a un concesionario oficial fue la gota que colmó el vaso… En cada visita me instalaban nuevas y caras piezas del motor, pero el automóvil seguía fallando... Harto de pagar facturas de más de tres cifras y sintiéndome totalmente estafado, abandoné el corporativismo y el engaño para encontrar a un mecánico de toda la vida. El jefe, un tipo simpático manchado de grasa con un pitillo apagado en la boca, tardó unos segundos en adivinar que el motor ¡estaba suelto! Había perdido dos tornillos de sujeción que el concesionario no había apretado adecuadamente. Tras reponérmelos, el que ahora es mi mecánico de confianza, no me quiso cobrar y la furgoneta no ha vuelto a tener problemas. Hoy en día las grandes multinacionales nos incitan con sus estrategias a cambiar y renovar sus productos a la que tienen un pequeño problema. La frase: "Te saldrá más barato comprar uno nuevo que repararlo" es falsa si la estudias en términos globales. Os invito a que seamos rebeldes y perseveremos en el intento de reparar y reciclar en vez de consumir sin sentido. Estaremos haciendo un favor a los pequeños comercios y al planeta. 

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