“Estamos convirtiendo la Constitución en un cascarón de huevo”
Germán Teruel Lozano | Profesor de Derecho Constitucional
Aunque actualmente enseña en su tierra natal, Murcia, la formación de este brillante constitucionalista no se entiende sin Bolonia y Sevilla
Es de los que cree en la democracia, el humanismo y España Alfonso Guerra “Soy el político más moderado de España”Ignacio Romero de Solís “El amor pasa, el ajo permanece”
Se agradece que Germán Teruel Lozano (Murcia, 1986) llegue a la entrevista con un regalo práctico: una botella de rico pacharán de producción propia. Viste cubana y calza castellanos, y refuerza su imagen de joven y brillante democristiano (aunque él se define como socialdemócrata) con unas gafas de búho y un corte de pelo kennediano. Hombre de comunión diaria y familia numerosa, pertenece a la elite de los bolonios y tiene dos doctorados en Derecho por las universidades de Bolonia y Murcia. Pero una parte importante y fundamental de su formación como constitucionalista se desarrolló en la Universidad de Sevilla, a cuya ciudad vuelve continuamente y de la que es su mujer. Germán Teruel habla con mucho rigor de los temas de su competencia, pero también con pasión y cercanía. Es de los que cree en la democracia, en el humanismo cristiano, en los principios ilustrados y en España. Actualmente es profesor titular en la Universidad de Murcia y director adjunto de investigación de la Fundación Hay Derecho. También ha sido codirector de la Cátedra de Buen Gobierno e Integridad Pública de esta Universidad. Su currículum (https://portalinvestigacion.um.es/investigadores/331941/detalle) es amplio y laureado. Cuando termina la entrevista pensamos que, con gente como él, quizás no todo está perdido.
Pregunta.–Es usted bolonio, esa élite de juristas formados en el histórico Colegio de España de Bolonia.
Respuesta.–El Colegio de España es una joya de la que no somos conscientes como nación. Lo fundó en 1364 el cardenal Gil Álvarez de Albornoz, una figura impresionante y novelesca de la que tendría que haber cómics para que los niños la conociesen. España tiene el único colegio medieval que sobrevive en la Europa continental, con casi 700 años de Historia. Su patrimonio bibliográfico es enorme. Después del Vaticano es la biblioteca de códices e incunables más grande del mundo, por no hablar de su archivo. Recuerdo el inventario de los enseres que le dieron a Antonio de Nebrija cuando ingresó: una vela roída, unas sábanas... Allí se formaron el Conde de Romanones, De la Cierva... Desgraciadamente el colegio, actualmente, está sometido a una lamentable guerra civil
P.–Vayamos directos al grano. ¿El constitucionalismo universitario está polarizado?
R.–Por suerte, en el gremio de los constitucionalistas sigue habiendo un ambiente muy cordial donde prima el respeto intelectual. Lo hemos visto con la Ley de Amnistía, porque aunque muy mayoritariamente los constitucionalistas hemos expresado nuestras más que dudas sobre la constitucionalidad de la misma, se han celebrado seminarios donde se han planteado diferentes posturas con total normalidad. Donde sí ha llegado la polarización es al Tribunal Constitucional, algo muy preocupante.
P.–¿El TC siempre ha estado tan politizado?
R.–Los estudios que hemos realizado en la Fundación Hay Derecho nos indican que el 70% (8 de 12) de los magistrados del TC han mantenido intensos vínculos políticos previos con los partidos que los han nombrado. Tenemos un TC cada vez menos académico y con magistrados que han hecho carrera al amparo de los partidos políticos. Lo que algunos periodistas llaman “alto perfil político” está conectado en relación inversa con el prestigio profesional de los nombrados. Esto nos está llevando a una polarización del TC ante temas muy sensibles como nunca había ocurrido. Incluso en la sentencia sobre el Estatut hubo mucho consenso entre los magistrados. Todo esto tiene unos efectos demoledores sobre el sistema jurídico.
Tenemos un TC con cada vez más magistrados que han hecho carrera al amparo de los partidos
P.–¿Nuestra Constitución tiende a la igualdad entre los territorios o favorece la asimetría?
R.–Las constituciones son marcos abiertos, tienen mucho de árbol viviente. Yo creo que en la mente del Constituyente estaba un sistema asimétrico, con nacionalidades y regiones con distinto grado de autonomía. Miraban mucho a Italia, donde había regiones de primera y segunda. Pero los andaluces la liasteis al dejar claro que no ibais a estar por detrás de Cataluña, el País Vasco y Galicia. Todo terminó en una primera y original mutación constitucional gracias a los pactos autonómicos de los años 80. Al final tenemos un Estado autonómico de corte federal y bastante simétrico, con algunas singularidades como las del País Vasco.
P.–Pero hay un momento en que todo se tuerce.
R.–Empieza a torcerse con Zapatero y el pacto del Tinell, donde ya se configura lo que ahora Sánchez ha llevado a la apoteosis, que es dejar fuera de los pactos de Estado sobre la cuestión territorial al PP para pactar con los nacionalistas. Hay un artículo de Iñigo Urkullu en El País donde ya avanza lo que pretendían los nacionalistas: como no tenemos mayoría para cambiar la Constitución lo que vamos a hacer es desnaturalizarla y llevarla donde claramente no está, que es al modelo confederal, bilateral, de singularidades.
P.–Otra mutación.
R.–Sí, pero la primera tenía cabida en la Constitución y se adaptaba muy bien a su lógica. La que ahora se pretende, sin embargo, es una mutación que repugna a una Constitución que tiene tres pilares: Unidad, autonomía y solidaridad interterritorial.
P.–Hay territorios como el País Vasco donde el nacionalismo ya ni siquiera pide la independencia.
R.–Es que ya tienen prácticamente todo lo bueno y, encima, le pagamos las pensiones entre el resto de los españoles. ¿Quién va a querer la independencia?
P.–¿Qué le parece lo de los pinganillos en el Congreso de los Diputados?
R.–Un disparate, por eso le están poniendo trabas en Europa, donde la cuestión la tienen muy clara. La única lengua del Estado común en España es el español. Lo federal siempre parte de la base de que hay algo común, mientras que lo confederal ataca lo común, crea barreras. En general estamos ante una mutación peligrosísima. El desajuste de la ordenación territorial de este país es muy grave. Estamos convirtiendo la Constitución en un cascarón de huevo. Un ejemplo muy tonto, pero muy claro, de que la actual mayoría parlamentaria no se toma en serio la Constitución es el cambio de nombre para que el Congreso de los Diputados pase a llamarse Congreso a secas. La Constitución deja muy claro que es el Congreso de los Diputados. Habría que cambiar antes la Constitución.
La financiación que proponen para Cataluña es generalizable solo para los territorios ricos
P.–¿Algún ejemplo más?
R.–La Constitución deja claro que las mociones de censura deben ser constructivas, que el candidato debe llevar un programa de gobierno. Sin embargo, ni la de Sánchez ni la de Tamames-Vox cumplieron con este requisito. No nos estamos tomando en serio nuestra Constitución y eso es muy grave, porque el sistema político está empezando a funcionar por su cuenta. La amnistía ha sido pegarle una patada a los principios basilares de la Constitución. Sienta un precedente peligrosísimo.
P.–Lo último es la financiación singular para Cataluña, aunque el Gobierno dice que es extensible a otros territorios que lo deseen
R.–Esto es contrario a todo lo que suponen los valores federales, que son los de la Constitución del 78. La financiación que proponen es generalizable solo para los territorios ricos. Madrid está tardando en levantar la mano. Este biloquismo polarizado, que es el que mantiene al Gobierno Sánchez, está envenenando todo nuestro sistema político-institucional y hasta social. En España la polarización es inducida, va de la política a la sociedad. El discurso iliberal y populista que divide a España en dos bloques nos puede explotar en la cara. Lo que antes decía Pablo Iglesias lo escuchas ahora en boca del Ministro de Justicia. Vox, por su parte, alimenta una guerra civilizatoria. El sistema puede terminar colapsando. Las familias cada vez tenemos más problemas para sentarnos a la mesa. Dejamos temas fuera para no tener peleas.
P.–Ha sido codirector de la Cátedra de Buen Gobierno e Integridad Pública ¿España es un país especialmente corrupto?
R.–No lo creo. Los datos dicen que los españoles tenemos bastante intolerancia a la corrupción. ¿Cuál es el problema? Que no hemos querido dotarnos de todos esos instrumentos que llevan a impedir que existan focos de corrupción. Hay toda una serie de mecanismos para crear una cultura institucional de la integridad pública: creación de oficinas de conflictos de interés, que haya una alta función pública profesionalizada, dotarse de unos órganos auténticamente autónomos que velen por estos asuntos, como las agencias antifraude... Hay que crear un ecosistema de autoridades auténticamente independientes que se encarguen de luchar contra la corrupción. Después, hay que tener una buena legislación anti lobby. Es un disparate que haya una serie de consultoras que todo el mundo conoce y a las que se acude cuando se quiere algo del Gobierno. Todo esto lo sabemos, porque nos lo dicen los informes europeos.
Lo de los pinganillos en el Congreso de los Diputados es un disparate
P.–Ahora, cuando ya ha explotado el caso Cerdán, dice Sánchez que se va a tomar el asunto de la corrupción en serio.
R.–Lo que vende es humo, improvisación. Como en todos sus planes junta alguna medida muy buena con otras problemáticas, cuando no peligrosísimas. Por eso han saltado los jueces y ahora los altos funcionarios.
P.–¿Qué le parece la reforma de la carrera judicial?
–Yo creo que hay que hacer un MIR jurídico, porque el sistema de oposiciones actual presenta muchos problemas. Ahora bien, cuando veo lo que está pretendiendo el Gobierno me echo a temblar: sin consenso, sin una salvaguarda en condiciones del mérito y de la capacidad...
P.–¿Existe el lawfare?
R.–No por principio. Puede haber un juez prevaricador o mal instructor, claro, pero lo cierto es que los mismos tribunales que condenaron al PP por la Gürtel son los que ahora están investigando la corrupción de este Gobierno; los mismos tribunales que se oponen a la Amnistía son los mismos que han dicho que no hay razones para investigar al ministro Bolaños. Lo que hay, como dice claramente un informe muy reciente de la Comisión Europea, es un relato cada vez más incisivo para laminar la confianza en la independencia de nuestros jueces.
P.–Hay casos escandalosos.
R.–Tampoco se sostiene eso de que los jueces son hijos y nietos de jueces. Las estadísticas del CGPJ demuestran que los jueces de familia de juristas son una minoría y que muchos provienen de ambientes sin estudios universitarios. Eso sí, el Gobierno ha hecho bien en mejorar el sistema de becas... Pero, claro, si al mismo tiempo intentas colar por atrás a mil jueces y fiscales suplentes con un examensucho cualquiera...
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