Cádiz - Betis | La crónica

El Betis de Pellegrini gana, gana y gana (0-1)

  • Un testarazo de Juanmi en el minuto 84 convierte un agrio partido en un dulcísimo triunfo, el tercero seguido

  • El malagueño desatasca a un equipo que echó de menos a Fekir y Borja

  • Así hemos contado el partido

El Betis de Pellegrini gana, gana y gana

El Betis de Pellegrini gana, gana y gana

Cuando la visita a Cádiz parecía que iba a enfriar las expectativas del Betis con un insípido empate, en el minuto 84 emergió la cabeza del malagueño Juanmi para anticiparse a su marcador, Saponjic, y rematar a quemarropa para hacer un gol de enorme valor, que rubrica el tercer triunfo consecutivo de los verdiblancos, eleva la racha a 20 de los últimos 27 puntos en juego –los que ha disputado en este 2021– y dispara las opciones europeas del sólido equipo de Manuel Pellegrini.

Bajo dinámicas adversas, los béticos se hubieran vuelto por la autovía mascando un decepcionante empate, rumiando su incapacidad para meterle mano al ultradefensivo Cádiz. Pero el Betis de Pellegrini es hoy un equipo peligrosísimo porque su inercia es poderosísima, irresistible. Gana por pura inercia, juegue bien, mal o regular, como esta vez fue el caso.

Algo, bastante, tiene que ver la mano del preparador chileno, por supuesto, que tiró de lo que tenía a medida que fue comprobando que sin Fekir, sobre todo, y sin el actual Borja Iglesias, su Betis es mucho más plano, romo. Y previsible. Lo peor que se puede ser ante un enemigo que renuncia a la pelota y que no tiene reparo alguno en soltar destemplados pelotazos con tal de no perder la posición atrás jamás.

Pellegrini empezó con Loren arriba, recuperó a Lainez por la derecha, quizás recordando la jugada del mexicano que acabó con el gol de Guido que tumbó a los amarillos en la primera vuelta, le dio la siniestra a Aitor Ruibal y Canales tuvo su habitual libertad para maniobrar por dentro... o por fuera, lo que quisiera su agudo instinto.

Visto a la hora de juego que la música no sonaba afinada, ni mucho menos, agitó Pellegrini los costados con la entrada de Joaquín por Lainez y Juanmi por Ruibal, pero el ataque o terminaba de estar afilado. Ya en el minuto 73 la experta mano del chileno, legitimado por el pésimo partido de Loren, dio entrada a Tello por el marbellí y adelantó a Juanmi a sus terrenos predilectos, donde muestra ese instinto rematador que lo hizo futbolista profesional. Y ahí dio con la tecla. El ex jugador de Málaga o Real Sociedad reaccionó mucho antes que Saponjic a la parábola tensa y envenenada que dibujó Emerson en una falta lateral que Joaquín, en sublime decisión, decidió botar en corto, y como un felino atacó la pelota con toda la decisión para hacerla suya en un frentazo inapelable, ante el que nada pudo hacer Ledesma por la cercanía del remate.

En los 83 minutos anteriores, el Betis había incurrido en lo que los suyos se temían ante un equipo tan correoso y disciplinado como este Cádiz, un fútbol premioso, sin el dinamismo y la sorpresa necesarias para desestabilizar al rival y abrir caminos hasta Ledesma.

En partidos así son más necesarios que nunca los versos sueltos, los jugadores talentosos que crean en un chispazo, en un palmo de terreno. Que si no se buscan el remate, arrastran piezas para que otros lo aprovechen. A saber, el mejor Nabil Fekir. El que ya estaba compareciendo en sus últimos partidos, como la salida a Villarreal.

Sergio Canales, por supuesto, también tiene recursos para romper las pizarras. E incluso más regularidad que el campeón del mundo francés para decidir los partidos. Pero esta vez el cántabro no terminó de soltarse del todo. Algo tuvo que ver el cercano marcaje del capitán cadista, Garrido, que no lo dejó ni acudir a la banda a refrescarse con agua.

Nada sorprendió que Álvaro Cervera plantara desde el primer minuto un autobús de Los Amarillos cruzado en la media luna de su área. Así viene jugando toda la temporada y de momento mantiene a su equipo en el objetivo de estar fuera del descenso.

Rompió, es un decir, un partido acorde al guión preconcebido. Y aunque Lainez y Ruibal empezaron bulliciosos por fuera, aún más intensos eran sus pares, Espino e Iza Carcelén, que cerraron sus rincones. Emerson y Miranda tampoco se desdoblaron y por dentro no hubo noticias de Loren.

El juego era tedioso, monocorde, hasta que alguien cometía un error y perdía una pelota con su equipo saliendo. Ahí, todo se aceleraba de repente. Los conos se convertían en galgos. Pero sin la precisión y técnica adecuadas para ejecutar bajo ese frenesí.

El Cádiz sobrevive así. Se enrosca y enrosca hasta que ve la opción de sacar la cabeza y morder. En la primera parte, se pertrechó hasta que Salvi cazó un rechace de Miranda para colarse y chutar más ajustado que fuerte para que Joel desviara (39’). Y en el 44, Negredo prolongó un balón en el área que la lentitud de Víctor Ruiz convirtió en peligrosa ocasión de Sobrino. Alargó la pierna como pudo, remató y Joel estuvo de nuevo en su sitio.

En la primera parte, el Betis llegó con un derechazo de Guido (3’), una inesperada incursión de Víctor Ruiz, cuyo tiro desvió Ledesma (17’), una volea desviada de Miranda con la derecha (23’) y, en su mejor ocasión, un tiro cruzado de Canales que se perdió cerca del poste izquierdo tras un gran control de Ruibal (43’).

Faltaba un giro de tuerca para someter de verdad al Cádiz. O varios. Pellegrini lo vio el primero y fue tocando resortes hasta que dio con la tecla adelantando a Juanmi y creando mucho ruido en la banda derecha con Joaquín, Emerson y hasta Canales, que apareció más por ahí cuando los verdiblancos echaron el resto. En esa segunda parte, el Cádiz sólo se acercó en un tiro de Perea que Joel atajó (57’) y al Betis no se le podía escapar otra victoria más, aunque lo pareciera. Las dinámicas juegan mucho y hoy, la del Betis es imparable.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios