Crónica del Villarreal-Betis

El Betis jamás llega a sentirse protagonista en Villarreal (2-0)

  • Los verdiblancos dan un paso atrás en su progresión tras caer con claridad ante un rival que fue superior y tuvo las ocasiones más claras para marcar

  • Los verdiblancos corrieron demasiado detrás del balón y fueron penalizados por los dos goles de Danjuma

Bellerín, que cometió el error del primer gol, avanza por la banda derecha.

Bellerín, que cometió el error del primer gol, avanza por la banda derecha. / Europa Press

El Betis no estuvo a la altura esta vez. Los verdiblancos dieron un paso atrás en su progresión y en ningún momento llegaron a estar al nivel de un Villarreal que dominó la situación desde el primer pitido de Sánchez Martínez hasta el último. Los béticos, azules de nuevo en esta ocasión, corrieron casi siempre detrás del balón que se pasaban los amarillos con una precisión tremenda y jamás llegaron a sentirse protagonistas, aunque también convenga precisar que el castigo llegó a través de un error en un control de Bellerín cuando todo se dirigía a una segunda mitad con las espadas en alto. Danjuma se encargó de aprovechar el error y a partir de ahí ya no sólo cambiaba el juego, también el marcador.

Porque es evidente que no hubiera sido lo mismo marcharse a la caseta a reflexionar sobre el juego con todo como estaba, es decir, con el cero a cero inicial que hacerlo ya por debajo y con más obligaciones. El problema del Betis fue que corrió más de la cuenta detrás de la pelota y eso le iba a restar el protagonismo que siempre suele tener para someter a sus adversarios. ¿Canales? Pues claro que se notó su ausencia, aunque ésas son las circunstancias del fútbol y también los amarillos podrían apelar en su descargo a que Gerard Moreno, entre otros, estaba vestido de calle en la grada.

Pero el Betis, evidentemente, sí echó de menos a su faro, al hombre que le da la clarividencia a la salida del balón desde atrás y que también garantiza la posesión, sobre todo frente a un Villarreal ahormado por Unai Emery con la idea de combinar con riesgos en todas las zonas del campo, particularmente de la línea de centro hacia adelante.

Otro punto del análisis, lógicamente, podría ser el cansancio, aunque sería una excusa difícil de sostener más allá del punto sicológico. Es cierto que el Betis había jugado un día después que el Villarreal, pero también es igualmente veraz que Manuel Pellegrini había refrescado muchísimo más a sus futbolistas, hasta el punto de introducir a ocho elementos nuevos en el once inicial respecto al que partiera en Budapest contra el Ferencvaros.

Sólo Fekir, Rui Silva y Pezzella eran los únicos que repetían, por tanto para que los béticos sí partieran con un patrón muy reconocible en cuanto a la disposición táctica. Bellerín, Pezzella, Édgar, providencial en varias acciones del juego, y Miranda eran los que estaban más cerca de proteger a Rui Silva, siempre con el apoyo de Guido Rodríguez y William Carvalho por delante; mientras que Aitor Ruibal, Fekir, Juanmi eran los encargados de las permutas con Willian José para tratar de matar en las contras, algo que sí pudieron hacer en alguna ocasión durante el primer acto, sobre todo en dos disparos desde la frontal de William Carvalho y Aitor Ruibal que llegaron a asustar a Rulli.

Juanmi no llega a un balón ante Rulli en una de las pocas aproximaciones del Betis. Juanmi no llega a un balón ante Rulli en una de las pocas aproximaciones del Betis.

Juanmi no llega a un balón ante Rulli en una de las pocas aproximaciones del Betis. / Domenec Castelló | Efe

Corría más o menos el minuto 10 y cabía pensar en una situación muy diferente a la que posteriormente se dio. Porque el Betis se fue diluyendo conforme era incapaz de convertir su tradicional presión al contrincante en recuperaciones que lo pudieran asustar. La pelota circulaba desde atrás, a través de Pau Torres y también de Mandi, pero igualmente los amarillos garantizaban su posesión arriba a través de los triángulos que siempre tenían a Parejo en su vértice inferior.

Por ahí llegarían a hacerle daño al cuadro de Pellegrini, que incluso acusó el hecho de no tener que defender a una referencia clara, ya que Emery había solucionado sus bajas arriba poniendo a Trigueros más adelantado en una extraña situación con Danjuma y Yéremi Pino. Los amarillos ya pudieron marcar antes de la media hora, pero Édgar estuvo providencial en un balón que se colaba tras un remate de Danjuma. Era el primer aviso del holandés antes de que penalizara de una forma cruel el error de Bellerín en un control que se le fue demasiado largo.

Restaba un tiempo entero, cierto, pero el Betis jamás se iba a meter de verdad en la pelea para empatar. Ni siquiera el ingreso de Tello por el amonestado Juanmi iba a tener demasiada trascendencia. Porque el Villarreal se sentía cómodo con la ventaja y pudo marcar el segundo a través de un remate de Yéremi Pino al poste a puerta vacía (54’) y en la segunda que salvó Édgar en otra maniobra del nuevo internacional canario (62’).

Paradójicamente, cuando llegó en primer aviso después de mucho tiempo del Betis, concretamente en un córner cabeceado arriba por Pezzella cuando parecía una opción seria de igualar (67’), justo después llegaría la sentencia para el Villarreal. Danjuma solucionaba con calidad una situación de ventaja tras driblar a Rui Silva y con la necesidad de que el VAR verificara la posición de los futbolistas locales en los dos pases previos.

El Betis no dio su brazo a torcer ni siquiera con esa desventaja, llegó a pensar en las remontadas que ha protagonizado, pero la realidad es que siempre estuvo mucho más cerca el tercero del Villarreal que la opción de recortar las distancias. Apenas un buen centro de Álex Moreno que no era rematado por Camarasa y una falta sacada por Fekir que posteriormente se convertiría en un remate duro del francés repelido por Rulli con los puños.

Poca cosa, sin duda, para mantener en lo más alto la bandera de la ilusión ante uno de los rivales de su Liga para el Betis. Pero son las cosas del fútbol y conviene analizar los porqués de esta derrota para mandarla lo antes posible al limbo. No vendría nada mal un ejercicio de amnesia rápido tras la autocrítica, porque el parón por las selecciones es largo y es mucho mejor quedarse con todo lo bueno que se produjo con anterioridad.

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