Antony, 'Antonio de Triana', una vida en cuatro meses

La escenificada emoción de Antony tras su último gol en el Villamarín sonó a despedida por la lejanía entre su felicidad en Sevilla y su situación laboral en el United

Las arcas del Manchester no ingresarán el dinero de la Champions y Antony acaba contrato en dos años

Su estelar paso por el Betis, 9 tantos y 5 pases de gol incluidos, lo moverán en el mercado al alza

Antony: "No tenía fuerzas para jugar con mi hijo"

Antony celebra con rabia su último gol en el Benito Villamarín. / Antonio Pizarro

Antony vestido con una camiseta a rayas verdes y blancas es la vívida representación de la felicidad. Pocos iconos resisten la comparación hoy en el planeta fútbol. Y con ella desembarcará el Betis este lunes en Breslavia. La suerte del Betis ante el acorazado Chelsea dependerá en buena medida de su vuelo y el de Isco.

¿La final de la Conference League será un punto final? ¿Habrá una rendija por la que Ángel Haro, José Miguel López Catalán y Manu Fajardo se cuelen y lo conviertan en un punto y aparte? La continuidad de Antony será tan complicada como encontrar un caso de fichaje invernal tan rotundo como el del extremo brasileño. Han sido cuatro meses y parece toda una vida. Porque al chaval, el desembarco en Sevilla y en Heliópolis se la ha cambiado.

“Quería jugar con la camiseta de ‘Antonio de Triana’, pero no me han dejado”, confesaba el que fuera jugador del Sao Paulo al acabar el Betis-Valencia. Su divertido acto de extravagancia se puede interpretar como una original y cariñosa despedida del patio de recreo que para él ha sido el Benito Villamarín.

“Juega como jugamos los niños en la plaza, se está divirtiendo como lo hacíamos de pequeños y eso que ganamos porque es un jugador top a nivel mundial”, apuntaba el portero Adrián San Miguel el miércoles pasado en el Open Media Day que organizaron la UEFA y (muy bien) el Betis con motivo de la final europea.

“Siempre digo que venir al Betis es la mejor decisión que he tomado. Cuando estoy feliz, las cosas salen bien. Estar feliz conmigo mismo es lo más importante”. La vida no lo trató bien ni a él ni a su familia. Nació prematuro, a los siete meses, y la infancia fue muy dura entre favelas. Su inadaptación al Manchester United y su nula sintonía con Ruben Amorim, actual técnico de los diablos rojos, hizo que aflorara en su mente de nuevo esa negra tormenta. Y el Betis ha sido para él esa cálida mano que lo ha devuelto al paraíso de su felicidad, el de la pelota.

Para Adrián, juega con la alegría de un niño que disfruta; Fornals destaca la humildad de su entrega

Sus declaraciones destilan un deseo de continuidad que se estrella con una realidad: el Betis apenas puede asumir un tercio de la ficha que tiene con el United. Tendría que demostrar ese amor con un enorme sacrificio en sus emolumentos

Si hay una posibilidad de que el extremo siga siendo feliz en el Betis, va a poner las orejas tiesas como un gato ante un extraño ruido. Pero es muy, muy difícil. La derrota del Manchester United en la final de la Europa League ante el Tottenham lo ha complicado aún más, ya que el coloso rojo no se nutrirá de los millones de Champions la próxima temporada. El propietario de sus derechos federativos va a tratar de subastarlo al alza tras sus rutilantes meses en Sevilla. Fueron 100 millones, nada menos, los que desembolsó el opulento club de Old Trafford al Ajax por él en el verano de 2022. Y además pesa otro factor que no es baladí: Antony acaba contrato con el United en junio de 2027, lo que va a acelerar su deseo de cerrar un suculento traspaso al que el Betis no podría llegar.

Pablo Fornals, que sabe lo duro que puede ser para un futbolista su salto a ese fútbol en el que se conduce por la izquierda, el de la Premier, describió con una hermosa frase al Antony bético este viernes, con la grada rugiendo para esa final polaca: “Lo que ha hecho Antony es admirable, ha sido de una gran humildad todo lo que ha dado por nosotros”. En el vestuario bético han alucinado con el compromiso extremo de un jugador de primerísimo nivel. La pachanga ante el Valencia no le impidió seguir galopando sin freno y acabó con algún que otro pique con un valencianista.

Vacaciones en Roma

Antony en el Betis ha sido un regalo caído del cielo. El club se siente con él como Gregory Peck paseando de incógnito con la princesa Ann por las calles de Roma.

Esta temporada que ya se consume, empezó para Antony en lo más parecido a un infierno: en la primeras 22 jornadas de la Premier League, participó en apenas seis partidos y a ratos. Sólo 135 minutos estuvo sobre la yerba. La llamada del Betis fue un fogonazo que le cambió la vida. Y de la mano sabia de Manuel Pellegrini, se ha reencontrado consigo mismo yendo y viniendo con frenesí por la banda derecha y hablando ese idioma casi indescifrable, el de los elegidos, con Isco Alarcón.

Si la estadística es muchas veces el arte de mentir con números, no es el caso del brasileño de 25 años cuando se analizan sus registros desde que debutara como bético el 2 de febrero ante el Athletic Club. Han sido 25 sus partidos, 9 sus goles (bellos o bellísimos) y 5 sus pases de gol. Y tantos importantes, como aquel 1-2 final en Cornellá ante el casi imbatible Joan García o el gol de falta directa en el Artemio Franchi. Y decenas de fintas, regates o pases inverosímiles que reflejan el perfil rabiosamente lúdico de su fútbol.

Un puñado de minutos después de que acabara el Betis-Valencia, el 7 de la plantilla bética atendía a DAZN en la ancha banda lateral de un vacío Benito Villamarín y aun así, Antony le tuvo que pedir al camero Capi que le repitiera la pregunta porque un grupo de irreductibles, a lo lejos, suplicaba al brasileño que se quedara. El chaval era todo oídos hacia esa gente con la que tanto se ha divertido en estos cuatro meses. Para el beticismo ha sido un suspiro y para él ha sido toda una vida.

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