"El metabolismo responde mejor a la constancia que a las restricciones", según esta experta en nutrición sobre los excesos de Navidad
Todos cometemos al menos tres errores que se solucionarían con hacer comidas equilibradas el resto del día y retomar la rutina habitual rápidamente
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Se acerca la cena de Nochebuena y muchas personas se preguntan cuáles son aquellos alimentos y bebidas deben evitar si no quieren estar molestos a posteriori por una mala digestión o, simplemente, porque el cuerpo no está acostumbrado a tomarlos y los rechaza inmediatamente. Elvira Berengüi, especialista en nutrición en PronoKal Group resuelve todas las dudas que pueda ocasionarnos la alimentación durante la Navidad.
Una de las cuestiones más preguntadas por todos nosotros es el error que más se repite en estas comidas y cenas. Uno de los más habituales es llegar con mucha hambre. La respuesta que dará el cuerpo es que comerá más rápido y en exceso, dos cosas que se deben evitar. Desde PronoKal recomiendan mantener horarios regulares, hacer comidas equilibradas el resto del día y retomar cuanto antes la rutina habitual. El metabolismo responde mejor a la constancia que a las restricciones.
Otro de los más comunes es pensar que, como son días especiales, se puede comer de todo y hasta perder la estructura de las comidas. Acto seguido, es muy probable que aparezca el sentimiento de culpa y, por lo tanto, se intenta compensar. La forma que se ha extendido es saltarse las comidas sin saber que eso llega a desregular el apetito y empeorar el control a posteriori.
En estas comidas y cenas es muy factible que los ultraprocesados ganen mucho protagonismo. Esto se debe principalmente a la comodidad que aportan. Estos son fáciles de servir y atractivos para el paladar. Sin embargo, tienen un problema. En la mayoría de los casos, son alimentos que combinan grasas, azúcares y sal. "Además, desplazan opciones más sencillas, saludables y festivas, que podemos preparar fácilmente, como verduras, pescado o proteínas de calidad", añade Elvira PronoKal.
Uno de los grandes protagonistas de la comida y cena de Navidad son los embutidos y entrantes, pero debemos preguntarnos cuáles son los se deberían limitar. La respuesta correcta sería aquellos muy grasos como el paté, los quesos muy curados, los fritos y los canapés con salsas. Estos son alimentos muy densos tanto en calorías como en grasas saturadas. Estos se comen con facilidad y el resultado es que la ingesta total se dispara.
Cómo influyen las grasas saturadas a nivel digestivo y cardíaco
A nivel digestivo, hacen que las digestiones sean más lentas y pesadas, aumentando la sensación de plenitud, hinchazón y malestar. Cuando este tipo de platos se consumen varios días seguidos, pueden influir negativamente en la salud cardiovascular, ya que favorecen el aumento del colesterol LDL, o “colesterol malo”. Además, su consumo repetido puede contribuir a un estado proinflamatorio y a la disfunción metabólica, especialmente en el contexto de una alimentación desequilibrada.
Este efecto es aún más relevante en personas que ya presentan problemas de salud de base, como dislipemias, hipertensión o alteraciones metabólicas. Durante la Navidad, el principal riesgo no es una comida puntual, sino la acumulación de excesos a lo largo de varios días consecutivos, que puede impactar de forma significativa en la salud.
Cómo se pueden consumir sin excesos los dulces de Navidad
Forman parte de la tradición y no hay que demonizarlos. Tienen un papel principalmente cultural y emocional: son parte de las celebraciones, generan placer y fortalecen la convivencia durante las fiestas. Desde PronoKal recomiendan simplemente limitar las porciones, elegir un par de favoritos en lugar de probarlos todos y combinarlos con comidas equilibradas a lo largo del día.
Otra estrategia es saborearlos despacio, prestando atención al gusto y a la textura, lo que aumenta la sensación de satisfacción con menor cantidad y ayuda a evitar el consumo impulsivo. Además, es importante reservarlos solo para los días festivos y, el resto del tiempo, volver a la rutina habitual.
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