El Cachorro en estampas inéditas en Roma

El Cristo de la Expiración levanta pasiones por las calles de Roma: "È veramente Dio!", se escuchó al verlo entre turistas y romanos

La procesión en Roma de El Cachorro en directo

El Cachorro, en el recorrido de vuelta, a su paso por el Coliseo, cayendo ya la tarde en Roma. / Rosario M. García

En Roma hace calor. Mucha calor. Por las calles abundan las camisetas verdes de la Esperanza y las banderas de El Cachorro. También los abanicos y los tímidos paraguas que los turistas -los no españoles- sacaban para refugiarse del sol. En Sevilla, por el contrario, sabemos que sacar paraguas el día que salen cofradías a la calle da malfario.

Las grandes calles de piedra que llevan hasta la Piazza Celimontana estaban abarrotadas. En las aceras, el público esperaba ya tras las vallas. Horas antes, porque aquí somos así. A medida que te acerbas al tinglao, como han decidido llamar al lugar donde reposa el Cachorro y la Virgen de la Esperanza de Málaga, el bullicio era aún mayor.

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Salida del Cristo de El Cachorro en la procesión de Roma / Rosario M. García

En un bar de la zona se escuchaba ruido, mucho ruido. Risas, de esas que sólo nacen cuando la felicidad no cabe en ti. Te aproximabas y veías camisetas blancas y trajes oscuros. Los costaleros del Cachorro habían conquistado un bar de la vieja Roma. Tanto es así, que el camarero -dudo que jamás se vea en una igual- tuvo que dar la triste noticia: habían acabado con la Peroni. "Y la Cruzcampo calentándose en Sevilla", escuché entre bromas a uno de los presentes.

En ellos se veía una ilusión diferente a la de cualquier Viernes Santo. Iban a estar en el mismo sitio, bajo su Cristo. Sin embargo, el relevo más próximo lo tendrán en el Coliseo. Las medallas colgaban en sus cuellos a puñados, había quienes llevaban hasta tres. Hoy, como siempre, todo el mundo va a estar cerca del Señor. Aunque no estén aquí.

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El Cachorro pasa frente al Coliseo romano / Rosario M. García

El medio día iba cayendo sobre la ciudad. Cantidad de público se agolpaba a la salida de la carpa para presenciar una salida procesional que se leerá en algunos libros de historia. Los turistas y los romanos, despistados, se quedaban a ver qué estaba pasando. Cuando el Cachorro salió, lo entendieron todo. "È veramente Dio!", que en español significa "Es Dios". Y, en Sevilla, "Es el Cachorro". Así lo pronunció un transeunte que, sin apartar la mirada de la talla de Ruiz Guijón, sacaba el móvil para inmortalizar una de las escenas más impresionantes que, a buen seguro, vivirá en su vida.

Los músicos de la Puebla y la Oliva hacían lo propio, a lo que nos tienen acostumbrados. La composición de la música con el Señor por el Coliseo te hacía transportarte a una verdadera película de romanos. Ciento ochenta hombres y mujeres que, con orgullo, podrán decir que tocaron al Cachorro en la ciudad del Tíber.

El Cristo sigue Expirando por Roma. Avanza por las calles como si de la misma Triana se tratara. Con una diferencia: Roma es eterna, pero Sevilla es inmortal.

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