La Bocamanga

El móvil

El móvil, lo que mueve la expresión popular y pública, de la Semana Santa es el acercamiento del pueblo a Dios a través de la devoción a las imágenes representativas de Nuestro Señor Jesucristo y su bendita Madre María Santísima. En la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección del Hijo de Dios al sevillano modo son muchas las cofradías que salen a la calle en estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. Esas procesiones son contempladas por muchas personas de diversa índole y procedencia y en todas ellas va a quedar impresa una huella emocional que perdurará más o menos pero que formará parte del recuerdo de una vida. Las imágenes salen para ser vistas y ser acompañadas por los hermanos y devotos, nazarenos que dan testimonio común de su fe bajo el anonimato del antifaz.

¿Y a qué viene ésto? Pues viene a cuenta de los móviles, no en este caso de los posibles motivos de esta manifestación religiosa sino de los teléfonos más o menos inteligentes que podemos contemplar tomando fotos y vídeos en cualquier procesión en gran número de un tiempo a esta parte. He escuchado en varias ocasiones por parte de esos "guardianes de las esencias" tan sevillanos ellos y tan consustanciales a nuestra ciudad que deberían prohibirse, pero aquí creo que hay una falta de visión crítica temporal. El uso del móvil para guardar el recuerdo de estas imágenes devocionales son pura expresión de religiosidad popular, forman parte de los tiempos que vivimos y son la interpretación de la necesidad que tiene el hombre de perpetuar sus emociones más íntimas. En un pueblo cada vez más ignorante y faltó de formación es una expresión de fe mínima elemental y por eso estoy en contra de cualquier tipo se supresión. Hay quien no sabe rezar pero sí sabe usar el móvil y llevarse el recuerdo de lo vivido más allá de su propia memoria para la contemplación es una forma de prolongar la mínima expresión devocional que es el objetivo de sacar pasos a la calle.

Quizás estemos ante el último eslabón antes de la desconexión de la realidad religiosa de la folclórica, un hecho antropológico hijo de su tiempo, el medio actual de interpretar de forma básica la búsqueda de Dios. No podemos correr el riesgo de que eso ocurra. Saquen sus móviles, tomen sus fotos y vídeos, guárdenlos para la contemplación privada o, mejor, súbanlos a sus redes sociales, propaguen su emoción y devoción, inunden el mundo entero de Cristo y de la Virgen María, lleven lo que vivieron a otros que no lo conocieron nunca o no pudieron vivirlo en esa ocasión, también es una forma de evangelizar, quizás tan moderna que no seamos conscientes de su impacto. Eso sí, sus móviles son inteligentes y sus cámaras muy avanzadas, no necesitan tener el flash encendido para grabar, háganme caso.

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