El Palquillo

El programa oficial de un corazón restaurado

  • Iván Jiménez Orozco, cochero de caballos, sufrió dos infartos.

  • El médico le dijo que caminara y ha perdido 44 kilos siguiendo las cofradías

Iván Jiménez Orozco, en la parada de coches de caballos del Archivo de Indias.

Iván Jiménez Orozco, en la parada de coches de caballos del Archivo de Indias. / josé angel garcía

Un kilo por cofradía. Suena extraño pero es la muy personal terapia que Iván Jiménez Orozco (Sevilla, 1978), cochero de caballos, emprendió después de pasar por uno de los trances más delicados de su vida. En febrero de 2023 sufrió dos infartos. Como los buenos, tiene dos corazones y el más grande le ganó la batalla al más pequeño, al que le puso esas dos trampas. La cordialidad le ganó el pulso a la cardialidad.

El médico le dijo que para recuperarse era fundamental que caminara una hora diaria. “Una vez le oí a Paco Gandía que él hacía el recorrido de las cofradías pero al revés”. Iván se hizo su particular programa. “Empecé con San Roque”. Decidió que cada semana haría el recorrido, ida y vuelta, de cada una de las hermandades que hacen la estación de penitencia en la Semana Santa de Sevilla. Hablamos el jueves de la semana pasada en la parada de coches de caballos del Archivo de Indias (Glorieta Americanista Luis Navarro García). Ese día, curiosamente, había ido caminando hasta la iglesia de Santa Catalina dE la que cada Jueves Santo sale la hermandad de la Exaltación, vulgo los Caballos.

Cuando llegó la Semana Santa interrumpió esta carrera oficiosa para poner a punto el corazón en el olímpico año de 2024. Desde que empezó ha perdido 44 kilos y sólo le quedaban una decena de itinerarios cofrades por recorrer. Casi un kilo por cofradía. Es la admiración de sus compañeros y hasta sus cuatro caballos, ‘Bomber’, ‘Larga’, Ramsés’ y ‘Portugués’, deben sentir la progresiva levedad del peso de su timonel.“La primera que hice fue San Roque”, recuerda Iván. Destino, la plaza de Carmen Benítez donde está la estatua de Antonio Machín, tan vinculado a la vecina hermandad de Los Negritos. Iván es trianero de crianza y fue hermano de la O, que este Viernes Santo se sumará al cuarto centenario del nacimiento de Pedro Roldán, autor del Cristo titular de esta hermandad con sede parroquial en la calle Castilla. “Mi hija salió un par de años pero se desanimó. Yo salí con 16 ó 17 años, me fui a la mili y no volví a salir”.

Su punto de partida es la avenida del Greco donde vive. Su icono de salida es el indio de Kansas City que Estados Unidos le regaló a Sevilla con ocasión de la Expo 92. “Dicen que está mirando al Oeste, pero yo creo que mira a la Cruzcampo”. Le pone alguno de sus caballos al indio para que no esté en inferioridad con el Séptimo de Caballería.

A la hora de completar su circuito se ha dejado llevar por el azar o por la intuición. “Un día tenía que recoger una receta en el Muface del Sevilla 1 y aproveché para hacer la hermandad del Sol, que por cierto me cogió lloviendo”. El Miércoles de Ceniza, día que empezaba la Cuaresma, llegó hasta San Benito y junto al misterio de Castillo Lastrucci y con el beneplácito de Pilatos “salí con la ceniza puesta”.

Completa el recorrido con visitas a las imágenes y alguna función religiosa si se tercia. “En San Esteban tienes que andar muy ligero porque cierran a las diez menos cuarto de la mañana”. En esta versión cofrade del ‘Marathon Man’, hace el camino completo, incluida la entrada en la Iglesia Catedral, objetivo último del acto penitencial. “Suelo entrar por la puerta de San Miguel y salgo por la de Palos. Como me conocen y saben lo que estoy haciendo, me dejan pasar”.

En Semana Santa descansa tres días. “Mi parada habitual es en la calle Placentines, pero estos días nos ponen en la Puerta de Jerez, aunque cuando vienen La Paz o El Cerro nos tenemos que quitar”. Al cochero de caballos le gusta que la Semana Santa de Sevilla, y la de todo el mundo, se inicie con la entrada de un libertador de servidumbres que entra en Jerusalén a lomos de un pollino. El cuadrúpedo más popular de la Semana Santa junto al caballo de Longinos. También ha hecho escala en la iglesia de san Martín de la que sale la Lanzada, el templo más próximo a la casa natal de Paco Gandía.

Dejó para el final la zona cofrade de calle Feria y Macarena. En sus revisiones médicas, le confió al facultativo su método. “Me ha dicho que le parece muy bien, que lo importante es que camine”. Recorridos en los que aparca el coche de caballos. “A pie, nada de transporte público ni privado”.

El cochero de caballos tiene dos hijos: Alba, de 20 años; y Manuel, de 12. Valoran el esfuerzo que ha hecho su padre por enderezar su salud. En su caso, como en esa tienda de la calle Feria esquina con Conde de Torrejón, podía lucir ese cartel de que “aquí es Semana Santa todo el año”.

Son más de 150 cocheros para 98 coches de caballos. La semana laboral de los equinos es de dos días. “Mi jefe cada dos meses me trae otros cuatro caballos que han estado en libertad en el campo y se lleva a los cuatro que trabajan para que descansen y retocen”. Dice que “los caballos caros sólo trabajan en Feria”.

En el mundo del coche de caballos, se cumple eso de que lo mejor es enemigo de lo bueno.“Estos caballos morfológicamente tienen tara. Son caballos cruzados, medianitos. No puedes traer caballos percherones, un español de pura raza, porque empezarían a sudar”. Un caballo imperfecto es pluscuamperfecto. Es la metáfora del pollino y las palmas. “El cruce es lo mejor. Tiene la nobleza del español, la fuerza del inglés y la locura del árabe, que es más difícil de domar”.

Nació el año de la Constitución, que da nombre a una avenida que los coches de caballos no pueden atravesar salvo de forma transversal en las perpendiculares: García de Vinuesa, Santo Tomás o Santander. “¡Cofrades a la calle!”, se lee en la portada de la novela de Julio Muñoz Gijón @Rancio ‘El increíble robo del informe Rinconcillo’, enésima aventura de los policías Jiménez y Villanueva. El cochero y el periodista aparecen en dicho libro (páginas 37 y 159, respectivamente), una historia que curiosamente se inicia en el Archivo de Indias, que un grupo de atracadores disfrazados con una máscara del Curro de la Expo confunden con el Banco de España. De los palcos de la plaza de San Francisco a la portada al final de Asunción, porque lo que buscan es el listado de las casetas de Feria, el Santo Grial del ria pitá.

Dos semanas separan la Fiesta Mayor de la Gran Fiesta. Triana, la patria chica de Iván Jiménez Orozco, es un epicentro de la Semana Santa al otro lado del río; Los Remedios, con la salvedad de las Cigarreras, es el espacio natural de la Feria de Abril desde 1973, año del comienzo de los hermanos costaleros de los Estudiantes en la antigua Fábrica de Tabacos que también cruzó el puente como las cofradías trianeras para instalarse en la calle Juan Sebastián Elcano en el lado del que partieron las naves al mando de Magallanes. Cuando termine la Pasión, todavía será Semana Santa en el corazón de Iván, vecino del indio que ‘pintó’ el Greco.

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