El Palquillo

Fotogramas imprescindibles del Santo Entierro Grande

Fotogramas imprescindibles del Santo Entierro Grande

Fotogramas imprescindibles del Santo Entierro Grande / Juan Carlos Muñoz

La tarde de este ocho de abril, día clave para el devenir de la Semana Santa de nuestros días, se configura como un inmenso lienzo en el que se grabarán para siempre (en la memoria y en la nube digital) una serie de instantáneas que difícilmente se reproducirán a largo plazo. Citas que, siempre de manera subjetiva, se antojan imprescindibles el próximo Sábado Santo. 

El mediodía 

Al igual que en la mañana de Palmas, y desde bien despuntado el día, regresaremos al verde de los ficus y los inmensos magnolios. Pero, esta vez, con el nombre de Catalina de Ribera y no el de María Luisa. Jesús de la Victoria, ya lejano en el tiempo, regresará al centro de la ciudad a paso firme y decisivo. O, como si acabase de cerrar la amanecida única del Viernes, asomarán otra vez las bridas animosas por el dintel de Pureza, mientras un centurión alancea el camino de una Resurrección que cae tres veces. Tiempo antes habrá florecido nuevamente la espuma dentada de los naranjos del Tardón. 

La tarde

Conforme avance el reloj, el centro de la ciudad se convertirá en un reflejo de nosotros mismos después de casi siete días. Montañés se nos adelantará al atardecer en el Salvador; restallarán las llagas en el Aceite y toda luz posible se entregará a la paleta indefinible de San Juan de la Palma. Serán las cinco en punto de la tarde cuando una Amargura lorquiana diluya su nombre por la Feria y entre una gama apuntalada de verdes recobrará su raíz el Beso de Judas. Por supuesto, impensable obviarlo: desafiaremos la física y la fisonomía de una ciudad con Santa Catalina buscando la Plaza de los Carros. 

La noche

Fotogramas imposibles. Dudas que nos acompañarán para siempre. La noche del Sábado Santo añadirá infinitos epílogos, como infinitas Semanas Santas se dibujarán en este microcosmos del ocho de abril. El Valle subirá por las calles de aquellos comerciantes, la siempre cofradiera Doña María Coronel abrigará al Señor de la Sentencia y la Quinta Angustia terminará de marcar, con el péndulo de la carne, los últimos compases de la noche. Para entonces el Calvario recortará el barroco sobre el barroco del Salvador y otras tres cruces capitalizarán el Siglo de Oro de la gubia y el cincel. La Caridad y Montserrat. Por último, todo un Getsemaní de feligresías se abrirán paso en la voluntad última de Dios. Insuperable belleza para la agonía del Hombre. 

Y el Cachorro muriendo cuando más se le quiere resucitar. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios