El trabajo profesional de las juntas de gobierno

Tribuna de Opinión

“En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, Caridad” .

Un nazareno de la cofradía del Sol. / Europa Press / Joaquín Corchero

18 de julio 2025 - 06:15

Hay quien opina que a León XIV no lo eligió el Colegio Cardenalicio, sino una firma de selección de directivos a la que explicaron las características que debía reunir el candidato. La persona seleccionada daba el perfil que buscaban. Nacido y educado en los Estados Unidos, la mayor parte de su trabajo profesional lo desarrolló en Perú, en una de las diócesis más pobres y duras. Formación humanista y científica. Como prior general de los agustinos ha gobernado una organización multinacional, conociendo diferentes países y culturas. Políglota. En los últimos años se ha manejado por la burocracia vaticana interviniendo en el nombramiento, de mandos intermedios, los obispos.

A este candidato sólo le faltaba un último requisito para su contratación: que el Espíritu Santo diera el placet definitivo. El resto de la historia ya es conocido.

Peter Drucker, reconocida autoridad mundial por sus trabajos sobre la dirección de empresas, cuenta una anécdota personal: dialogaba con el arzobispo de una de las principales diócesis americanas, que le pedía consejo sobre la mejor forma de organizar su agobiante jornada. Se pasaba el día de reunión en reunión, de acto en acto, inauguraciones y conferencias. Ni un minuto libre. Cuando terminó su exposición, Drucker preguntó: “¿Y cuándo tiene Su Eminencia tiempo para rezar?”

En pocas palabras: en el gobierno de una organización son necesarias cualidades profesionales y una buena gestión; pero de poco serviría todo eso si se descuida la misión. En el caso del Papa y los obispos, servir a la única cosa que no ha cambiado: el Credo.

El cumplimiento de su misión

También en las hermandades es necesaria una cierta formación profesional y doctrinal que han de adquirir los integrantes de las juntas de gobierno. El amor a la hermandad es imprescindible, pero no suficiente. La buena voluntad, el entusiasmo y el activismo no justifican el gobierno de una hermandad si esas actividades no van dirigidas al cumplimiento de su misión, su razón de ser.

Tendemos a una visión reductiva del trabajo, considerando como tal sólo el que nos sirve para ganarnos la vida. El resto de actividades se entienden como aficiones o colaboraciones altruistas, no un verdadero trabajo profesional. Este planteamiento tiene un riesgo: definir el trabajo según su valor económico, cultural o su reconocimiento social.

En la encíclica Laudato si el papa Francisco ofrece una serie de reflexiones sobre el trabajo profesional bastante alejadas de esa mentalidad economicista, que mide el trabajo exclusivamente por el valor añadido al producto o servicio.

"Emerge la necesidad de una correcta concepción del trabajo…. No hablamos sólo del trabajo manual…, sino de cualquier actividad que implique alguna transformación de lo existente, como la elaboración de un informe o la prestación de un servicio” (cfr. LS 125).

El perfeccionamiento cristiano

Lo que hace una junta de gobierno ha de ser considerado un verdadero trabajo profesional, que abarca -o debe abarcar- la necesaria competencia profesional para gestionar priostía. patrimonio y cultos y, sobre todo, para poner estas actividades al servicio de la misión de la hermandad: “el perfeccionamiento cristiano de sus miembros” (c. 298).

Los miembros de la junta de gobierno, con el hermano mayor al frente, han de proponerse no ya el cumplimiento minimalista de unas reglas que procuren la eficacia en la organización de unas actividades, sino la plenitud de la vida cristiana en todos los órdenes de la acción.

Su tarea adquiere, así, una nueva dimensión. No es una amable ocupación del tiempo libre, es una tarea profesional decisiva para quien la realiza y para todos los que se relacionan, directa o indirectamente, con la hermandad. Las tareas que desarrolla la junta de gobierno en la hermandad son un verdadero trabajo profesional, pero no exclusivamente, "porque entonces los 'profesionales' perderían el contacto directo con los problemas" (LS 49).

Oposicion interna

Cuando uno se desenvuelve en la mediocridad es posible que pase desapercibido, incluso se le considere un buen hermano mayor o miembro de junta de gobierno; pero como exponga en sus decisiones asume un riesgo importante: los aciertos se considerarán normales y los fallos, reales o imaginados, se magnificarán, con la inestimable ayuda de las redes sociales. Esto puede generar frustración en el hermano mayor que, en ocasiones, se ve desasistido y en otras incluso con oposición interna.

El éxito de una hermandad no se mide en criterios cuantitativos, incremento de número de hermanos o de patrimonio, aún siendo estos dos buenos indicadores, sino en el cumplimento fiel y constante de su misión.

Parece complicado, pero no lo es. San Agustín ofrece la solución para la vida de hermandad: “En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, Caridad” .

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