Un adiós con olor a pan recién hecho en el horno de San Roque
Mari, que se jubiló ayer, es la ‘niña del horno’ desde que empezó con 15 años en la panadería de San Roque, la única que existía entonces en el barrio
La emotiva despedida de un colegio de Sevilla al quiosquero del barrio de Santa Cruz
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Ella es la niña del horno de San Roque, o de Guadalupe, como lo conocen muchos de los vecinos por la calle con la que hace esquina. Va a ser raro entrar en la panadería de la calle Recaredo desde hoy y no decir: “Mari, dame un par de pepitos y dos bollos”. Desde 1975 está trabajando en el mismo sitio –algo que hoy en día ya es difícil– siendo una más del barrio, aunque empadronada en Sevilla Este. “Porque de aquí es quien quiere y punto”, explica una de las clientas habituales.
Desde las nueve de la mañana hay un continuo ir y venir de gente. Muchos entran a por los bollos, los prietos o los pepitos. Aún huele a pan recién hecho. Llegan muchos para comprar los dos bollos del día y los pepitos para los bocadillos de la merienda de los niños. Todos se abrazan a ella y la besan. Le desean "mucha fuerza en esta nueva etapa" como jubilada.
Mari tiene una palabra para cada uno. "Vas a conseguir lo que te propongas", le dice a una mujer que se ha llevado un bollo; "que te cuiden tus hijas", comenta a una señora que le trae un pascuero y llega agarrada del brazo de su hija. Ella se emociona y no deja de repetir que va a venir cada cierto tiempo para ver a sus vecinos de Recaredo.
Ella es Mari, aunque en su DNI diga María Dolores Muñoz González y ha visto crecer a una generación que ha pasado de comprar el pan para sus padres a llevarse pan blandito para los desayunos y meriendas de sus hijos. Y todo ello con cariño y sin que falte un buenos días y un ¿cómo vamos hoy?.
"Estoy contenta porque después de tantos años quiero empezar una nueva etapa de mi vida, pero sé que es la última. Me encuentro muy bien y ahora quiero disfrutar", explica.
De la timidez de una joven casi adolescente a la soltura de quien ha sido testigo del cambio de un barrio que tenía por frontera las vías del tren y que a pesar del tiempo sigue conservando su sabor y esencia. Como muestra, el grupo de whatsapp en la que está con sus amigas: Las chicas de Recaredo.
"Yo era muy tímida, pero con el paso del tiempo y el trato de la gente, empecé a soltarme. Ahora hablo con todo el mundo, como si fueran de la familia", explica. Mientras despachaba el pan durante 48 años ha sido testigo de cómo se ha transformado la ciudad y la calle.
Hay cosas que permanecen. Muebles Toledo, la Administración de Lotería, Becerrita y Casa Palomo. Algunos negocios se han sumado con el paso de los años como el bar Entre dos Hermandades (entre San Roque y los Negritos), y otros se han transformado.
Entre sacos de harinas, bolitas de pan y mucha paciencia, Mari recibió ayer regalos, besos, abrazos. Siempre aguantando el tipo, pero con las lagrimillas asomando por sus ojos siempre vivos.
"Me emociono porque hay muchísima gente que me aprecia. Si cada uno recoge lo que siembra, debo de haberlo hecho bien", dice mientras no para de despachar. Porque la ventaja de llevar tanto tiempo es que, como en los buenos bares, ya sabe lo que quiere el cliente nada más cruzar la puerta. “A algunos les gusta más claritos y otros más tostado. A unos más redonditos y otros alargados. Eso es una ventaja porque al final a todos nos gusta que sepan nuestras preferencias", señala.
"Mari, ¿qué vamos a hacer sin ti", dice desde la puerta uno de los habituales. "Gracias por todos los años que has estado con nosotros”, le dice una pareja de personas mayores. Ella se abraza a ellos de esa forma sincera con la que solo lo hacen los amigos de verdad y la familia más cercana. "Aquí la gente es muy agradable, todos tienen muy buen talante", asegura.
Ayer fue solo un hasta luego. Porque ha prometido que el día 22 de diciembre volverá por el barrio. "Soy la que escoge el número de la lotería que vendemos en el horno, así que las niñas vamos a quedar en Casa Palomo para celebrar la Navidad". Porque aunque Mari no vuelva a despachar el pan del horno de San Roque va a seguir siendo una habitual de esta zona de la ciudad.
recién hecho
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