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Operación Centauro de la Policía Nacional

Los golpes policiales reducen la actividad de las bandas de aluniceros

  • En mes y medio han sido detenidos ocho delincuentes y recuperados 12 coches

  • Los dos más conocidos han sido el Orejas y el Cheíto, ambos aluniceros muy activos

La tienda de Vodafone de la calle Feria, la última desvalijada.

La tienda de Vodafone de la calle Feria, la última desvalijada. / Belén Vargas

El trabajo de las Fuerzas de Seguridad contra las bandas de aluniceros ha empezado a dar sus frutos. En apenas mes y medio han sido arrestados ocho delincuentes especializados en estos robos y se han recuperado al menos doce vehículos robados.

Este es el balance del plan especial contra los alunizajes, denominado Operación Centauro, puesto en marcha por la Policía Nacional desde mediados de agosto, después de que se detectara un incremento notable de los robos mediante este método. En algunas de las detenciones han colaborado también la Guardia Civil y la Policía Local de Sevilla.

El plan se refuerza ahora con otros doce policías, nueve de los cuales se integrarán en el Grupo Operativo de Apoyo (GOA) y otros tres en la Brigada de Seguridad Ciudadana. Este dispositivo ha permitido reducir de manera drástica los robos por alunizaje cometidos en Sevilla, que a principios de agosto eran diarios. La frecuencia ha caído mucho en las últimas semanas. Sigue habiendo robos, obviamente, pero no tan seguidos.

En parte ha influido la decisión de los jueces de enviar a prisión provisional a varios de los aluniceros detenidos. Esta medida no era habitual cuando se trata de robos con fuerza, pero es cierto que los alunizajes han generado cierta alarma social entre los comerciantes durante este verano.

El repunte empezó a notarse desde principios de agosto, cuando coincidieron varias bandas de aluniceros activas en Sevilla y comenzaron a registrarse robos con fuerza en comercios con más frecuencia de la habitual. Las tiendas de telefonía móvil, las hamburgueserías, los negocios de artículos electrónicos e informáticos, las joyerías, las ópticas y las farmacias fueron los principales objetivos de estos ladrones.

El asalto al Nervión Plaza

Algunos de los robos fueron muy espectaculares, como el ocurrido en el centro comercial Nervión Plaza la madrugada del 8 de agosto. A las seis de la mañana de aquel día, siete encapuchados empotraron un BMW contra la puerta principal del recinto y después se desplegaron por el interior armados con mazas. Con ellas fracturaron los cristales de tres tiendas del centro comercial (una joyería, una tienda de telefonía móvil y otra de informática), para huir después a la carrera con lo que pudieron sustraer en unos minutos. La noche siguiente, intentaron repetir el robo en el Factory del aeropuerto, aunque con menos éxito.

Además de éste, ha habido más de una veintena de robos por el mismo método en comercios de Sevilla y otros municipios cercanos como Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra o Castilleja de la Cuesta, entre otros. El elevado número de robos hizo reaccionar a la Policía, que puso en marcha el plan Centauro, formado por agentes de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana, de la de Policía Judicial, de las comisarías de distrito y de las comisarías locales de Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra y otros municipios del extrarradio de Sevilla.

Se reforzaron los controles preventivos en las principales avenidas y vías de escape utilizadas por los aluniceros, que en más de una ocasión habían desafiado a la Policía y la Guardia Civil con fugas a toda velocidad. Algunas de estas persecuciones fueron durante largas distancias, como ocurrió la noche del 9 de agosto, cuando una banda de aluniceros robó en una tienda de Vodafone de Huelva y fueron perseguidos desde esta ciudad hasta Sevilla.

La caída del Orejas

El dispositivo Centauro arrancó a mediados de agosto. Pronto daría sus frutos. En apenas dos semanas fueron recuperados once coches robados y detenidas tres personas que habían participado en varios alunizajes. La pieza más importante fue José Ignacio Rivas García, de 23 años y conocido como el Orejas, uno de los aluniceros más activos de la provincia de Sevilla. Este delincuente fue visto por una patrulla de la comisaría de Dos Hermanas cuando circulaba por una calle de Montequinto. Iba al volante de un Seat León que había sido sustraído tres días antes en las inmediaciones de la estación de Santa Justa.

Cuando la Policía le dio el alto, el Orejas pisó el acelerador y se dio a la fuga a toda velocidad. Comenzó entonces una persecución en la que el delincuente trataba de llegar a la carrera a su barrio de Bellavista. Con la Policía pisándole los talones, el Orejas perdió el control del vehículo y se estrelló contra la pared de un taller mecánico de la avenida de Jerez. La Policía lo detuvo allí mismo y la investigación posterior permitió que se le pudieran imputar varios alunizajes más. Al Orejas, vinculado al clan de los Chincoa, unos ladrones de Bellavista de los que se dice que fueron formados por el Niño Sáez, se le relaciona con el robo ocurrido en la tienda de drones de Mairena del Aljarafe en junio.

La banda del Cheíto

El segundo golpe importante llegaría el 18 de septiembre. A primera hora de la tarde, una patrulla de la Guardia Civil detectaba en el Aljarafe a tres individuos que iban a bordo de otro Seat León que había sido sustraído. Al darles el alto, el coche se dio a la fuga a toda velocidad en dirección Sevilla por la A-49. Entraron en la capital andaluza por la Plaza de Armas y luego dieron varias vueltas por calles de Triana y Los Remedios.

A la persecución ya se habían unido decenas de patrulleros de la Policía Nacional y la Policía Local. La fuga terminó en la calle Santa Fe, junto al Parque de los Príncipes, donde fue interceptado el vehículo. Allí la Policía Nacional detuvo al conductor, pero los otros dos ocupantes lograron salir del coche y continuar la fuga a pie. La Policía Local los detuvo poco después, a uno en un bazar en el que había entrado y a otro en el interior de un bloque en el que intentó esconderse.

Entre los tres detenidos había dos viejos conocidos de la Policía, José Capitán Mikhailovich, alias Cheíto, y José Ángel López Solano, conocido como Joselete. Los dos tienen un amplio historial delictivo y han cometido todo tipo de robos. La investigación posterior permitió detener a otros dos aluniceros más, aunque el juez sólo envió a prisión al Cheíto, al que se le imputan al menos ocho delitos.

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