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Cáncer de mama en hombres: las voces que rompen el silencio

Tres pacientes y un oncólogo cuentan cómo es vivir una enfermedad que la sociedad aún asocia casi exclusivamente a las mujeres

Solo el 1% de los casos de tumores mamarios se diagnostican en varones

Carmen Ruiz Garzón, especialista en Cirugía Plástica y Estética: "Sobrevivir a un cáncer no significa sólo seguir viva”

Chema, Pedro y Juan, tres hombres que ofrecen su testimonio tras ser diagnosticados de cáncer de mama.

El rosa, color de la sensibilización contra el cáncer de mama, también les pertenece, aunque casi nadie lo mencione. Cada año, decenas de hombres en España reciben un diagnóstico que parece ajeno, un golpe envuelto en estereotipos por ser entendido como “cosas de mujeres”. Ellos saben que no. Ellos han tenido que explicarlo, incluso justificarlo.

En el Hospital Virgen Macarena, una jornada de visibilización reunió hace unos días a pacientes y especialistas. En la mesa, los testimonios se entrelazaban con la ciencia, y las palabras "autoexploración", "conciencia" y "soledad" fueron claves.

Foto de familia de los participantes en las jornadas en el Hospital Virgen Macarena. / H. U. V. M.

Chema García Sánchez: un enfermo en tierra ajena

En 2022, Chema García Sánchez, vecino de Aznalcóllar, notó algo extraño en su cuerpo. El pezón derecho retraído y un pequeño bulto. No le dio importancia al principio, pero aprovechó una visita al dermatólogo para comentarlo. "La doctora me tocó y cambió la cara. Me mandó una ecografía urgente", recuerda. Aquel examen fue el inicio de un diagnóstico inesperado: cáncer de mama, un tipo de cáncer que, aunque también afecta a los hombres, sigue envuelto en silencio y desconocimiento.

Con 46 años y sin antecedentes, la noticia cayó como un mazazo. La confirmación llegó en agosto, y en octubre, paradójicamente, el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, entraba en quirófano en un hospital teñido de rosa. "Fue como entrar en un mundo que no era para mí. Me dieron una habitación individual, un camisón de mujer que tuve que cambiar por un pijama… Me sentí fuera de lugar", relata. Son sólo anécdotas. Después vino lo peor. Metástasis en el ganglio centinela, vaciado axilar, linfedema, doce sesiones de quimio, quince de radioterapia y el inicio de un tratamiento hormonal con tamoxifeno que aún continúa.

Pero Chema decidió no esconderse. "A mí me dio por mostrarlo", afirma. Subió fotos del proceso a redes sociales y compartió su historia sin tabúes, como terapia personal y también como una llamada de atención. Su visibilidad le abrió la puerta a la asociación INVI, donde hoy es responsable del área de pacientes. "Somos muy pocos hombres. Hay mucho estigma. Es un cáncer de mujeres, nos dicen. Pero nosotros también tenemos glándulas mamarias", denuncia.

En la asociación, Chema acompaña a otros pacientes, da talleres en empresas y participa en charlas informativas, como la que se celebró en el Macarena, con el objetivo de romper mitos y salvar vidas. El mensaje es claro. "Hay que autoexplorarse. Si notas algo raro, acude al médico. No eres menos hombre por cuidarte”, subraya. Porque como él mismo recuerda, el cáncer no sólo te cambia el cuerpo, "te cambia la vida entera".

Juan Arce: el médico que acabó siendo paciente

El doctor Juan Arce es ginecólogo. Ha diagnosticado muchos cánceres de mama, hasta que un día tuvo que diagnosticarse a sí mismo. "En 2016 me noté un bulto en la mama derecha. Lo comenté con un compañero, me hicieron las pruebas y en cuestión de horas ya estaba claro: era un carcinoma ductal", recuerda.

Su relato es preciso, casi clínico al principio. Pero detrás de la serenidad del médico asoma el vértigo del paciente. "Me propusieron cirugía conservadora, pero preferí la mastectomía. No tenía sentido dejar nada a medias", dice. La decisión, acertada, evitó que un segundo tumor pasara inadvertido.

Después llegó la medicación, el tamoxifeno, y más tarde las metástasis óseas. "Cambiamos a un tratamiento más moderno, con inhibidores de ciclinas y hormonoterapia. Fue duro, pero funcionó", relata. Ocho años después, Juan sigue en seguimiento. "Estoy estable. He pasado de tres calmantes al día a ninguno. El cuerpo se adapta, aunque el cansancio y la anemia te acompañen siempre", explica.

Habla sin dramatismo, con la mirada de quien ha visto ambas caras de la enfermedad. "Lo que más me preocupa no es el estigma social, sino que muchos médicos de familia ni siquiera piensan en cáncer de mama cuando un hombre llega con secreción en el pezón o un bulto. Hay un desconocimiento enorme", denuncia.

Por eso insiste en la prevención. "En las revisiones médicas de empresa o de rutina deberían preguntar si hay antecedentes familiares y, llegado el caso, palpar también las mamas de los hombres. Es sencillo y puede salvar vidas", propone.

Pedro Manuel Sánchez Vélez: humor, amor y coraje

Pedro Manuel vive en Calañas, Huelva. Siempre ha sido hombre de montaña, de senderos largos y aire limpio. Fue en una de esas rutas cuando notó una molestia en el pezón. "Pensé que era por el roce de la mochila o la camiseta", recuerda. Pero el dolor creció, y su médico, que conocía los antecedentes familiares de cáncer de mama de su hermana, decidió investigar.

“Cuando me llamaron del hospital para una cita urgente, en pleno confinamiento, supe lo que venía", relata. Lo operaron en abril de 2020. Luego llegaron la quimio, la radioterapia y cinco años de tratamiento oral. Este octubre, Pedro cumple ese plazo. "Me proponen seguir otros cinco años, pero los efectos secundarios son duros. Mucho cansancio, dolores articulares, cambios hormonales… Estoy decidiendo qué hacer", plantea.

A pesar de todo, su voz suena firme. "Decidí desde el primer día que no habría lágrimas, sólo risas. Mi mujer y mi hija fueron mi refugio. Afrontar esto con humor me salvó", admite.

Ahora participa también en las actividades de INVI, convencido de que la información puede cambiarlo todo. "Nosotros no nos exploramos. No nos lo han enseñado", lamenta. Por ello, Pedro insiste en la autoexploración y en hablar sin vergüenza. "Muchos hombres llegan tarde, cuando ya hay metástasis. Por eso hay que romper el tabú. No hay nada menos masculino que callar por miedo", sentencia.

La mirada del especialista

El doctor Alejandro Falcón, del Hospital Virgen del Rocío y coordinador del Grupo de Cáncer de Mama de la Sociedad Andaluza de Oncología Médica (SAOM), lo resume con claridad. "El cáncer de mama en el varón representa alrededor del 1% de los casos. Es infrecuente, pero existe. Y todos los oncólogos lo vemos en consulta", afirma.

Los principales factores de riesgo, explica, son genéticos. "Las mutaciones BRCA1 y BRCA2 son determinantes. Cuando hay antecedentes familiares, hay que estar atentos", detalle. Los síntomas son los mismos que en mujeres: un bulto en la mama o en la axila, cambios en la piel, secreciones o retracción del pezón.

"No hay campañas de cribado en hombres, por eso se diagnostican más tarde. Además, muchos piensan que no puede pasarles y retrasan la consulta", sostiene. El resultado: tumores detectados en estadios más avanzados y pronósticos más duros.

El tratamiento, añade, "es prácticamente el mismo que en mujeres, salvo por la hormonoterapia, que requiere castración química para controlar la producción hormonal". Aun así, subraya que los resultados pueden ser muy buenos cuando se actúa a tiempo.

Más allá de la medicina, el oncólogo insiste en el poder del acompañamiento. "Estas asociaciones de pacientes, como INVI, son esenciales. Dan apoyo emocional y visibilidad a una realidad que sigue en la sombra. No hay que tener miedo a hablar de ello", sostiene

Chema, Juan y Pedro coinciden en algo. El silencio puede ser más dañino que el tumor. Los tres son la prueba de que la información salva vidas y de que el rosa también es un color que los hombres deben hacer suyo.

El cáncer de mama en varones sigue siendo minoritario, pero su invisibilidad pesa demasiado. En sus palabras, en sus cicatrices y en su esperanza se esconde una llamada clara: mirarse, explorarse y contarlo.

Porque el cáncer de mama no entiende de géneros. Y romper el silencio puede ser el primer paso para curarse.

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