Hielo para contrarrestar el calor. De un extremo a otro. Los sevillanos asistieron atónitos a mitad de la mañana de este martes a una intensa granizada que dejó el suelo hispalense cubierto de escarcha durante unos cinco minutos. Acto seguido, un chaparrón barrió el panorama y el sol hizo acto de presencia inmediato para devolver la rutina de una mañana de julio. Ni media hora tardó la estampa otoñal en secarse antes de que las nubes reaparecieran con nuevo amago de tormenta, pero esta vez sin descargar.

El día había amanecido de manera atípica en la capital hispalense. Nubes para interrumpir decenas de días soleados con temperaturas por encima de la cuarentena, la de los grados, casi igual de temida que la de la pandemia. Se esperaba que bajara por fin la temperatura (hoy la máxima se relaja hasta los 38 grados) pero no agua bajo cero. Chaparrones previos en el Aljarafe a modo de anuncio y, sobre las 10:30, truenos continuos en la capital para confirmar la llegada de la tormenta. La lluvia de verano parecía inminente. En su lugar arreciaba un violento chaparrón de granizo que en un solo minuto dejaba las calles sevillanas cubiertas de hielo y a sus viandantes buscando cobijo bajo cualquier techo hasta que la cosa amainaba, móvil en mano para inmortalizar lo sucedido, por supuesto. El que no se espabiló tuvo poco tiempo para hacerlo. El sol mandó a parar, al poco las calles secas, amago de otro chubasco, esta vez estéril y a modo de vacuna recuerdo, y de nuevo a aguantar el tirón del verano sevillano con la estampa helada en la memoria para refrescarse hasta que pase agosto. 

Origen en una DANA

La pequeña DANA -Depresión Aislada en Niveles Altos- refresca desde el lunes el ambiente, sobre todo en el norte y cuadrante noreste, aunque se ha dejado sentir también en algunas partes del sur, como en Sevilla este martes, con la entrada de un sistema de tormentas pese a las alertas por temperaturas máximas.