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Una historia muy contemporánea

De izquierda a derecha, Alberto Filiberto, Carmen García, López y Núñez. Detrás, el historiador José Manuel Macarro.

09 de octubre 2009 - 05:03

LA clienta se lleva dos cortes de chanel para traje de chaqueta. "Costaban 45 euros y ha pagado 15". Macarro está de liquidación por cierre. El 5 de octubre del próximo año se jubilan los niños, como llamaba Manuel Macarro a López (Enrique López López) y a Núñez (José María Gómez Núñez), que entraron en 1958 y en 1959, con 13 y 14 años, respectivamente.

La jubilación biológica de estos empleados coincide con la jubilación comercial de un centro que agoniza. "Es un símbolo de la decadencia de una ciudad, de la muerte del segundo centro histórico más grande de Europa después de Estambul". José Manuel Macarro es el historiador de esta historia. El mayor de los cuatro hijos de Manuel Macarro y Carmen Vera del Toro, el único que nació encima de la tienda. 31 de enero de 1945. "La matrona se llamaba doña Paquita, era protestante".

Macarro se ha jubilado como catedrático de Historia Contemporánea un año antes de que se jubilen los empleados de su padre. Un personaje. Manuel Macarro nació en Oliva de la Frontera, un pueblo de Badajoz donde con nueve años se subía a una tarima para trabajar de cajero. Estuvo en el internado de Peyré. "Allí comían, dormían y aprendían un oficio", dice su hijo. "La mejor escuela de dependientes que ha habido en Sevilla", dicen casi al alimón Gómez y Núñez.

Abrió la tienda con otro socio, Carlos Elliott Bernal, que se marchó pronto pero dejó a media familia Macarro vinculada al Cachorro, donde Elliott fue hermano mayor. Fantasías al sesenta por ciento. Crespones, satenes y gasas a precios de risa. "¿Gangas? Todo. Cuando se acabe el género nos vamos", dice Núñez.

Una década después, en 1968, se incorporan Alberto Filiberto y Carmen García, que había trabajado dos meses como dependienta en El Zapato Rojo. "Aquí empecé de cajera y no me movía de la caja todo el día. No existía El Corte Inglés y el paso de gente era tremendo. Un espectáculo".

El padre del historiador hizo historia en la calle Francos. "Era un artista", dicen sus empleados, que narran algunas de sus proezas. Cuando Augusto Peyré volvía todos los años de ver las colecciones de París, traía muñecas betty boop a las que Macarro les diseñaba los trajes; copiaba literalmente entradas de toros para acceder en la Maestranza. "Él siempre se hacía los trajes en Barcelona", cuenta su hijo, el historiador. "Una vez mandó una carta desde allí con la caricatura del destinatario, un dibujo de los Almacenes Peyré y en lugar del nombre de la ciudad una Giralda. Y llegó a su destino".

A Enrique López fue a buscarlo el socio de Macarro a los Salesianos de Triana. Núñez fue más directo. "Unas vacaciones de verano, fui de la mano de mi madre de tienda en tienda, hablé con el jefe y me dijo que escribiera una carta de mi puño y letra. Para entrar aquí primero había que escribir una carta".

Están rodeados de negocios que tiraron la toalla. Ofertas de crepes y damascos de hilo para toallas. Ellos no tardarán mucho. "El centro está quedando muy bonito, muy cómodo, pero las personas mayores, que son nuestra principal clientela, no pueden entrar", dice Núñez, que cuenta los días para su jubilación como soldado en puertas de licencia.

"La desertización del centro histórico de la ciudad es una irresponsabilidad absoluta", dice Macarro. Carmen, la que no se levantaba de la caja, habla de "un cambio de era". "Están convirtiendo el centro en un parque temático para el turismo, pero un día los turistas van a descubrir que es un centro vacío, un museo".

Conservan fotos antiguas, cartas de doña Pilar y doña Margarita con remites en Villa Giralda, el exilio de don Juan de Borbón en Estoril. "A los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía les regalamos una mantelería para la boda. La reina nos encargó unos juegos de cama". Gómez y Núñez han visto pasar a "todo el marquesado y el condesado" por su tienda. También la Sevilla anónima que busca el duppion, seda con marras. "Mi padre", dice Macarro, "conocía a los sederos y laneros de Tarrasa y Sabadell. Lo invitaron a la inauguración del Camp Nou".

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