FERIA Toros en Sevilla hoy en directo | Morante, Castella y Rufo en la Maestranza

Sevilla

El tráfico de marihuana está detrás de la mitad de los homicidios en Sevilla

  • El último asesinato en La Puebla de Cazalla vuelve a poner de manifiesto la peligrosidad de las mafias que mueven el cannabis

  • Dos jóvenes murieron en enero y marzo en La Algaba y Dos Hermanas por ajustes de cuentas tras unos robos de plantas

Operación policial en un invernadero de marihuana

Operación policial en un invernadero de marihuana

El asesinato a tiros del dueño de una semillería de La Puebla de Cazalla, el pasado sábado 16 de noviembre, ha vuelto a poner de manifiesto los peligros del cultivo y el tráfico de marihuana. Considerada una droga blanda, con menos efectos nocivos para la salud que otras sustancias, su producción se ha incrementado tanto que España se ha convertido en el principal productor de cannabis.

Esto ha derivado en que las mafias centren su mirada en la marihuana y en las formas de comercializarla y llevarla a toda Europa para obtener mayores beneficios. Y con ello han empezado a llegar los episodios violentos relacionados con cualquier actividad delictiva como ésta. 

Tres de los seis homicidios registrados este 2019 en la provincia de Sevilla tuvieron relación de alguna forma con la marihuana. No deja de ser llamativo que suponga la mitad de las muertes violentas de este año. El último ha sido el caso de Manuel G. S., propietario de la semillería Gómez de La Puebla de Cazalla. Este negocio fue registrado a mediados de septiembre por la Guardia Civil de Córdoba, que venía siguiendo la pista a unas herramientas robadas en el campo en esta provincia. En la semillería se estaban comprando estos objetos robados (un delito que se llama técnicamente de receptación), mientras que en unas naves de ganado había 40 kilos de cogollos de marihuana.

Un agente de la Guardia Civil impide el acceso al lugar del tiroteo en La Puebla de Cazalla. Un agente de la Guardia Civil impide el acceso al lugar del tiroteo en La Puebla de Cazalla.

Un agente de la Guardia Civil impide el acceso al lugar del tiroteo en La Puebla de Cazalla. / José Ángel García

En aquella operación, que la Guardia Civil denominó Pudeca (acrónimo de La Puebla de Cazalla) fueron detenidas tres personas, entre ellas Manuel G. S., de 50 años. Se les intervinieron la marihuana, 19 kilos de tabaco, las herramientas y objetos robados y 9.400 euros en efectivo. Los arrestados quedaron en libertad con cargos. Dos meses después, uno de ellos fue asesinado a tiros en las naves de ganado en la que se encontró la droga.

Desde el principio los investigadores del crimen, del equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil, manejan la pista de la marihuana como móvil del asesinato. Pudo ser un ajuste de cuentas, un robo de las plantas o simplemente una transacción que no salió bien. No es la primera vez que el instituto armado tiene noticias de que unos distribuidores se ponen en contacto con unos agricultores y les encargan que reúnan una determinada cantidad. Cuando quedan para hacer la venta del cannabis, los supuestos compradores sacan unas armas de fuego y se llevan la mercancía sin pagar un solo euro.

Si esto fue lo que pasó, si se inició una pelea o si la víctima reclamó lo que era suyo, es algo que la Guardia Civil tendrá que aclarar conforme avance la investigación. En principio se busca a tres personas que huyeron en un coche hacia Morón de la Frontera, por la carretera SE-451. Una vía en cuyo margen se encuentra precisamente la semillería de la víctima.

Un policía nacional, durante una intervención de marihuana en un piso de las Tres Mil. Un policía nacional, durante una intervención de marihuana en un piso de las Tres Mil.

Un policía nacional, durante una intervención de marihuana en un piso de las Tres Mil. / DGP

Las mafias que cultivan las plantas, las distribuyen e incluso las exportan a otros países funcionan con las mismas reglas de siempre: amenazas, secuestros, extorsiones y, llegado el caso, asesinatos. Son verdaderas organizaciones criminales, en muchos casos herederas de las grandes familias que controlaban el negocio de las drogas duras años atrás. Ahora, estos clanes se han pasado a la marihuana. Para ellos es un negocio igual o más rentable que el de la cocaína o la heroína, sobre todo porque hay mucha más demanda de marihuana.

Al ser una droga blanda, las condenas por traficar con ella suelen ser mucho más leves. Y además, en caso de detenciones, es todavía muy infrecuente que un juez decrete prisión provisional, por lo que los arrestados suelen quedar libres hasta que se celebre el juicio. Tampoco supone unos grandes esfuerzos a la hora de cultivarla. Casi todo el cannabis que se consume en Europa (incluida Holanda, donde el consumo es legal) se produce en España.

Aunque sigue habiendo grandes plantaciones en el campo, en los últimos años se ha extendido un modo de cultivo llamado indoor, que se hace en el interior de viviendas, con potentes focos de luz y aparatos de aire acondicionado para mantener la temperatura idónea. Muchos de los pisos de las Tres Mil Viviendas se utilizan para plantaciones de este tipo. Para no tener que asumir el enorme gasto de luz que supone una plantación indoor, las mafias suelen robar el fluido eléctrico del alumbrado público.

Un policía nacional, durante el registro de una casa de los asesinos de Cayetano Romero. Un policía nacional, durante el registro de una casa de los asesinos de Cayetano Romero.

Un policía nacional, durante el registro de una casa de los asesinos de Cayetano Romero. / DGP

Los clanes suelen extorsionar a vecinos de las Tres Mil Viviendas para quedarse con sus pisos. A veces también funcionan como prestamistas, dejando dinero a familias a las que ya los bancos no les dan crédito. Lo hacen siempre a intereses muy altos. Cuando los deudores no pueden pagar, terminan entregando sus casas. Esos pisos acaban albergando plantaciones de marihuana. Hace unos meses, el grupo de abogados que conforma el Comité Rene Cassin informó de que tiene constancia de al menos seis casos de extorsiones de este tipo en el Polígono Sur. Hay muchas más, pero se desconocen las cifras porque nadie las denuncia ante la Policía o los juzgados.

Lo hizo después de que la Policía Nacional informara de la detención de siete personas presuntamente implicadas en el asesinato de un joven de 34 años, Cayetano Romero, que apareció muerto en un descampado de Dos Hermanas el pasado 8 de marzo. Tres meses después, la Policía esclareció el crimen y detuvo a varios miembros del clan de los Gasco, una familia de las Tres Mil Viviendas relacionada desde hace muchos años con el tráfico de drogas.

Guardias civiles, en el Aral, lugar del crimen de La Algaba. Guardias civiles, en el Aral, lugar del crimen de La Algaba.

Guardias civiles, en el Aral, lugar del crimen de La Algaba. / Juan Carlos Vázquez

La teoría principal que manejaron los investigadores es que Romero y un compañero de trabajo ejercieron de intermediario en una venta de marihuana pero se quedaron con la droga. Los asesinos los secuestraron y torturaron en un piso de las Tres Mil. A Romero lo golpearon hasta la muerte, mientras que el compañero salvó la vida porque entregó las llaves de una parcela de su propiedad para saldar la deuda. Los dos jóvenes fueron secuestrados la tarde del 1 de marzo. Un vecino que recogía espárragos encontró el cadáver de Cayetano Romero ocho días después.

Mes y medio antes, el 13 de enero, un joven de 20 años apareció muerto en el Aral, una pedanía de La Algaba. Era un chico de Málaga que mantenía una relación con una joven de La Algaba. Diez días después, la Guardia Civil detenía a un delincuente común de la localidad, conocido como el Nono, como presunto autor del homicidio. El móvil del crimen fue el intento de robo de una partida de marihuana que se guardaba en una finca cercana. Fue el primero de los tres asesinatos cometidos en Sevilla a los que une la misma causa.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios