Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Las obras del tranvibús que se están acometiendo en la calle Martín Villa han sacado a luz la huella del urbanismo medieval de la ciudad. Tras retirar el pavimento actual para preparar la calle para este transporte rápido, han aparecido los restos de un muro y un pavimento medieval. Las estructuras están ordenadas conforme al urbanismo actual de la ciudad. Los restos se han limpiado, documentado y tapado con geotextil, ya que están por debajo de la cota de la obra, según han confirmado a este periódico fuentes de la delegación provincial de Cultura de la Junta de Andalucía.
El hallazgo fue avanzado por la cuenta especializada Sevilla Bajo Tus Pies (@huellassevilla y sevillabajotuspies). Fuentes consultadas por este periódico han señalado que no es extraño que hayan aparecido restos en esta zona. Por la profundidad a la que se encuentran, podrían pertenecer a edificios de época almohade (siglo XII), contando también con material de acarreo de factura romana.
No es la primera vez que esta zona céntrica de la ciudad se documentan restos arqueológicos durante obras promovidas por el Ayuntamiento. En el año 2014, durante las obras de soterramiento de los contenedores, salieron en la esquina de la calle Cuna dos muros de sillar a más profundidad que los arqueólogos Álvaro Jiménez Sancho y Pablo Oliva fecharon en los siglos 10-11, también ordenados como el callejero actual.
En esa misma obra de soterramiento de contenedores en la esquina con la Campana, los arqueólogos se encontraron con una estructura de sillares romanos del siglo I que se corresponde muy probablemente a un dique, malecón, muelle o a la propia muralla de la ciudad que confirmaría que el cauce del Guadalquivir pasaba exactamente por el trazado de la actual calle Sierpes para, en épocas posteriores, ir desplazándose hacia la Plaza del Duque hasta llegar a la localización actual. Este muro también ofrecía información fiable del límite de la ciudad.
La estructura romana que fue hallada en 2014 presentaba la singularidad de ser del conocido como hormigón romano (opus caementicium). Se trata de un tipo de material hecho de mortero y de piedras de todo tipo (de residuos, fundamentalmente) que tiene la apariencia del hormigón actual. La mezcla se hacía a pie de obra, alternando paladas de mortero con guijarros. Este hormigón tiene un revestimiento de sillares que es el que se encontró hace 11 años a una profundidad de entre 2 y 4,5 metros.
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